IX

230 18 1
                                    

CELOS

MARCUS

Chloe estaba con el ceño fruncido, sin comprender la situación, sus ojos esmeralda me miraban fijamente, estaba recordando, aunque sea algo diminuto, lo sabía.
Pequeña Chloe, te conozco más que a la palma de mi mano.
Nuestros cuerpos pegados, yo sosteniendo su espalda con firmeza, ella callada, pensativa, sus ojos hablaban más que sus palabras, sabía que ella estaba confundida, pero también sabía que muy dentro de ella una parte confiaba plenamente en mi y aún me recordaba como aquella vez.
La rubia abrió sus labios para decir algo, mi mirada bajó instantáneamente a ellos esperando lo que tenía para decir.

—Dime que no nos conocemos. –Balbuceo. —Porfavor... Dime qué todo esto es mi imaginación y nunca nos hemos visto antes. - Parecía como si estuviese rogando no saber, como si necesitase creer que no hay cosas en ella que desconoce como recuerdos y pasado, pero no podía mentirle, aunque tampoco podía decirle que si y contarle toda la verdad.

—No puedo decirte eso... Porque no puedo mentirte, pequeña. Pero puedo ayudarte a averiguarlo por tu cuenta.—Destaqué. Sus ojos estaban llorosos, llenos de lágrimas que quería soltar.

—¿Que está pasando Marcus? – interrogó secando las pequeñas lágrimas que se habían escapado y corrían por sus mejillas... ¿Qué diablos podía responderle? ¿Cómo le explicó todo para que esté dispuesta a ayudarme a qué ella recuerde?

—Hay muchas cosas que olvidaste Chloe, tanto de mí como de tu vida.  Antes de contarte todo lo que está ocurriendo... Necesito que te acuerdes de aunque sea la mitad de esas cosas... Para eso tienes que confiar en mí... ¿Lo haces? – objeté, que ella sienta la confianza en mi para ayudarla y ayudarme era lo esencial. No podía hacer nada si ella no creía en mi.

Iba a hablar, lo notaba, pero sus labios se abrían y cerraban con duda o incertidumbre, eso para mí era una clara respuesta, había desconfianza, esa misma ocasionada por la falta de memoria.
Trate de evitar lo mucho que sus labios llamaban mi atención, aunque se me hacía demasiado imposible, eran bellísimos, iguales a como los recordaba, ni tan grandes ni tan pequeños, con un tono rosado natural que llamaba la atención de cualquiera y los cautiva en dos segundos, necesitaba volver a probarlos, volver a sentirlos.

Eso hice.

En un movimiento rápido corte la distancia entre nosotros. La besé. La besé con nostalgia y cariño, tardó unos segundos en corresponderme, una parte de mi creía que iba a alejarme y golpearme por besarla.
No lo hizo.
Sus brazos rodearon mi cuello. Sorprendiéndome al ver cómo lo correspondía y profundizaba.
Mi corazón latía tan rápido que sentía que iba a detenerse en cualquier momento, esas sensaciones que únicamente sentía con ella y sabía que a ella también le pasaban, por más que en su mente no hayan recuerdos, el corazón no olvida y el cuerpo tampoco.

Justo ahora me encantaría haberle hecho caso a mi profesor de natación cuando era un niño. Me decía que debía aguantar más el aire, lo creía estúpido, pero ahora sí que me hacía falta.
Terminamos por separarnos, su respiración estaba agitada y se notaba entrecortada, la mía no estaba mejor, eso sin duda.

—Confío en ti, Marcus. No sé porque. Solo se que confío. – murmuró, y esas pocas palabras fueron música para mis oídos. Música de la buena y que da gusto escuchar.

—Te prometo que haré lo posible para que recuerdes todo. –Dije en voz baja.
—No voy a dejarte caer Chloe.

—¿Y si caigo sola? – Preguntó.

—Estaré abajo para atraparte. No estás sola. Estamos juntos. –Finalice, la envolví en mis brazos, la quería, la quería muchísimo, eso nunca cambió y no creo que cambie.

Esteban había vuelto a la mansión, quería hablar con nosotros sobre las nuevas votaciones. Esta vez, nadie quiso hacerlas, prefirieron esperar a que mate a otra persona para deducir quien podría ser el asesino, justo lo que temía.
No iba a matar a nadie en estas semanas, no pensaba hacerlo. Desde la vez que hicimos las votaciones me prometí no asesinar a nadie, pero Oliver... Me tenia hasta los huevos. Lo oí follando con Chloe ese día, la oí gemir su nombre y tuve muchísimas ganas de entrar a ese maldito cuarto y golpearlo.
En cuanto ví que lo habían votado como posible sospechoso pensé que sería el momento perfecto para actuar.

***

Estaba sentado en uno de los sofás que había al fondo de la sala, observaba a cada uno, a Esteban, todo lo que hacían.
Miraba a Chloe, como hablaba con un chico el cual yo no reconocía, al parecer nunca le había puesto atención.
El le decía cosas, ella sonreía y pude notar como aparecía rojo en sus mejillas.
Esas mejillas que eran mías, como la chica que las portaba ¿Quién mierda se creía que era ese imbécil?

Me acerqué a ellos con mi más falsa sonrisa.

—Disculpen ¿Puedo unirme a su conversación? – Cuestioné sin despegar la mirada de este chico desconocido.

—Amm... Claro. – Dijo Chloe. —Marcus, el es Dylan, Dylan, el es Marcus. —Nos presentó, y mi cabeza solo se le ocurría una cosa. Matarlo. No me interesaba que no debía asesinar a alguien por un tiempo, este chico, debía matarlo.

—Supongo que debo irme con mi grupo, nos prometimos no alejarnos demasiado... Chloe, espero tu respuesta. – informó, y con eso se fue hacia un grupo bastante amplio conformado por siete  personas. Mi mirada se dirigió a la chica sentada en la banca a lado mío, quien me sonreía esperando un saludo o conversación alegre de mi parte. Lastima que yo estaba todo menos alegre.

—¿Que le tienes que responder? – pregunté, casi demandando como si me negase a dejarla volver a hablar con ese tipo.

—Me pidió una "cita" o lo que sea que se pueda hacer en esta estúpida mansión con un asesino suelto. —Alegó. Mis puños estaban apretándose inconscientemente, tenia ganas de romperle la cabeza a ese tipo... ¿Cómo que una cita? Chloe había notado mi pequeño enojo — ¿Acaso son celos lo que siento ahí? — Cuestionó alzando una ceja mientras sonreía con suficiencia.

—Ya quisieras que esté celoso por ese niñito ¿Cómo me dijiste que se llamaba? Ya ni lo recuerdo de lo insignificante que es – Pregunté sin importancia. Claro que estaba celoso.

—Dylan. Y no parece tan niñito como dices. Voy a aceptar la cita. –Acotó. Eso reventó mi furia, en cuanto ella estaba por levantarse para dirigirse hacia el, mis manos rápido fueron a su cintura pegándola a mi, impidiéndole ponerse de pie.

—No. Por supuesto que no vas a decirle que si. –Demandé, ella me miraba confusa y enojada a la vez.

—Claro que si voy a hacerlo, no puedes decirme que hacer y ni creas que voy a dejar que decidas por mi. –Empujó mis brazos y caminó hasta donde Dylan estaba.

Me encogí de hombros, tarde o temprano el iba a morir, lo dejaría ser feliz un rato.
Me di media vuelta y me encerré en la habitación, últimamente pasaba más tiempo ahí que haciendo otra cosa.
Mire películas, series, todo lo habido por haber en Netflix. Ya eran las 19:52 Chloe debía de estar en su estúpida cita con el estúpido de Dylan, haciendo cosas estúpidas. Tenía ganas de ir a interrumpirlos, pero no sabía dónde estaban, sin embargo, eso no me detuvo, salí del cuarto y me dirigí hacia donde dormía Dylan y su compañero. Ni me asome y ya podía escuchar los malditos gemidos de MI pequeña tras esa puerta. Sentía como me hervía la sangre de tan solo pensar en la imagen de ella disfrutando tener sexo con otro chico que no sea yo.
Debía mantener la calma, no podía sobresaltarme ante está situación.
Tenía que actuar. Regrese al cuarto y fingí que nada estaba pasando en cuanto la pequeña traidora cruzo esa puerta. Sudando, con la respiración entre cortada y el cierre de su jean bajo. No le hablé, miraba la televisión en lo que ella se metía a bañar, mientras tanto yo solo pensaba de que manera asesinaría a mi próxima víctima.
El niñito de Dylan.

[Capitulo editado]

Muertes Placenteras [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora