X

236 12 0
                                    

RECUERDOS Y MUERTES

MARCUS

Chloe no salía del baño, estaba tardando en esas rutinas de mascarillas y eso que solía hacer en la cara. Fue el momento perfecto para ir a darle una pequeña visita a mi gran amigo Dylan.
Salí del cuarto sin hacer mucho ruido y subí hasta donde estaban escondidas las armas blancas y las pistolas. Tome un cuchillo.
Quería que viviera todo el dolor que le iba a hacer sentir, se acercó a quien no debía, invitó a salir a quien no debía y tocó y disfrutó a quien no debía ser.

Toqué su puerta esperando con ansias a que esté solo. En cuanto abrió lo empuje hacia dentro de su habitación y cerré todo con pestillo, lo apunté con el cuchillo, el estaba aterrado, solo, sin poder gritar.

—E-eras tú. El asesino. – Tartamudeó. Soltando lágrimas por sus mejillas.

Touche. – dije haciendo una mueca y dibujando mi sonrisa en mi rostro. —Lastima que no pensaba matarte. No estaba en mis planes. No

—¿Que mierda haces aquí entonces? –Elevó la voz, rocé el cuchillo cerca de su garganta obligandolo a qué se calle. No podía pretender que grite y todos escuchen.
—Mataste a mi novia. Te odio por eso.

—¿Si? Pues veo que no te interesaba mucho, digo, ya que tú tocaste a la mía. Y eso te saldrá muy caro querido amigo. –Amenace. —Llegas a gritar y te apuñalare sin piedad alguna ¿Está claro? – El asintió rápidamente, yo sonreí con malicia en cuanto iba acariciando sus mejillas con la navaja en mis manos, ocasionando pequeños cortes, pero dolorosos.

—Perdoname, te prometo no volver a acercarme a ella. Lo juro. –Sollozaba mientras se ponía de rodillas suplicandome que no lo matará.

—Lo siento tanto. Esto iba a ser solo un aviso de que no debías tocar lo que es mío. Pero las reglas del juego me dejaron claro que nadie debe descubrir quién soy, y el que lo descubra, deberá morir antes de arriesgarme a qué se lo diga a los demás.
No me queda otra que hacerlo de todas formas. - Hablé como si sintiese algo de lástima por él. 

Mi cuchillo comenzaba a apuñalarlo bruscamente, el se quejaba, pero mi mano tapo su boca antes que lo gritos sean muy fuertes, con una almohada lo ahogaba para evitar el ruido de su llanto y gemidos de dolor, la sangre manchaba mi ropa y manos, ensuciandome con el crimen.
Quité la almohada viendo cómo seguía respirando, aunque con dificultad y poco a poco muriendo desangrado. Estaba por levantarme e irme, mi trabajo había terminado, me acerqué a su oído y susurré rápido para que el pudiera escucharme.

—Tómatelo como un acuerdo... Tu dejaste en paz a mi chica... Y yo te lleve con la tuya. –acaricie su cabello mientras me levantaba, aún mirándolo a los ojos, disfrutando de como poco a poco, el brillo vivo de sus ojos iba desapareciendo de el, hasta por fin, sus respiraciones se detuvieron, asegurándome su muerte. —Que descanses... Amigo Dylan.

CHLOE

Termine de bañarme y armar mi rutina de Skincare, al salir no vi a Marcus por ningún lado. Se había ido. Trate de ignorarlo, pero a los 10 minutos ya había regresado, ya se encontraba bañado y con ropa nueva a la que habia visto antes cuando llegue.
Sentí la necesidad y curiosidad de preguntarle.

—¿Dónde estuviste? –Cuestione, el me dedicó una no muy linda mirada, como si se preguntase por qué me importaba a mi saber dónde carajos estaba el.

—Follando por ahí, creo que tú hiciste lo mismo ¿No? Si no me equivoco, hasta creo que después de besarme. – Respondió bruscamente, se había enterado sobre que fui al cuarto de Dylan. Me encogí de hombros sin mostrarle importancia, rápidamente me acorraló contra la pared, con ambas de sus manos sosteniendo mis muñecas.
Su mirada era oscura, sus ojos grises parecían completamente negros, y no sabía si irradiaba irá o lujuria. —¿Que tanto lo disfrutaste? ¿Te gustaba como el lo hacia?

—¿Que mierda te interesa?

—Me interesa porque entre nosotros pasa algo que no vas a negar desde que nos vimos en este puto lugar, me interesa por qué eres mía, malditamente mía.–Dijo con excitación.

 Algo parecido a un recuerdo se cruzó por toda mi cabeza.

El estaba enojado, yo estaba furiosa, ambos teníamos ese carácter. No sabíamos pedír perdón.

—¿Si sabes que eres un maldito inmaduro no crees? –Grité acercándome lo más posible a él en forma de intimidación, el alzó mi cabeza con su mano, obligándome a mirarlo a los ojos, era más alto que yo, pero no pensaba dejarme intimidar por el.

—Tu no entiendes... Eres mía, Chloe.

—Jodidamente tuya. Pero eres un puto idiota. –mis brazos rodearon su cuello, lo detestaba en este momento, pero el deseo que sentía por él era más grande.

Y tu una maldita inmadura. Pero así de maldita te amo. – Me besó, me besó con deseo, con enfado y con pura y más que nada excitación... Sus manos completamente rebeldes empezaron a bajar el cierre de mi vestido y dejándolo a un lado, quitandomelo por completo. Mientras que las mías se disponían a desabrochar todos los botones de su camisa.
Retracto lo que dije antes, no sabíamos pedir perdón con palabras, sabíamos disculparnos de cualquier otra forma que no implicara las palabras "lo siento mucho" pero era igual de efectivo que hablar por horas sobre nuestros sentimientos.


—Eres un maldito inmaduro. –Dije entonces. Sus labios estaban hacia abajo, pero sus ojos sonreían por ellos mismos en cuanto escuchó lo que estaba diciendo. —Pero aun así una parte de mi tiene ganas de follarte.

Mis manos rápidamente se dirigieron hacia sus mejillas acercándolo hacia mi y uniendo nuestros labios en un beso desesperado, estaba desesperada, quería recordarlo, quería entender esas imágenes que cruzan mi cabeza y me hacen dudar sobre mi actual existencia, quería entender todas esas cosas que él me decía y lo que él me había explicado, quería saberlo todo, y sentía que la manera de saberlo era esta. Nuestro aire se había terminado rápidamente debido a la intensidad, sus manos bajaban a mi espalda, quitando los botones de mi remera para desplazarla por mi cabeza, yo me encargué de mis pantalones, baje el cierre de mis jeans y los hice desaparecer casi a la velocidad de la luz.
Se alejó un poco, su mirada recorrió mi cuerpo de arriba a bajo, llevaba ropa interior en conjunto, eran de color negro con algunos detalles rojos, me sentía un poco avergonzada, parecía extraño. Ya había tenido sexo si, y con chicos de aquí, también, pero ninguno se había detenido a observarme semidesnuda. Siempre iban al acto directamente y no prestaban atención a los detalles de que tienen a un ser humano delante de ellos también, y merece ser excitado. La mirada de Marcus me excitaba, me hacía sentir que podía ser lo más sexy del mundo, su sonrisa se ensanchaba en cuanto mis mejillas se tornaban de rosado.
Estaba por volver a besarlo en cuanto sus brazos me alejaron de el suavemente.
No entendía su motivo y me sentía un poco avergonzada a decir verdad, aún así decidí mirarlo.

—No puedo hacer esto. –Dijo al fin. —No así. Quiero que sepas todo antes de meterte y encarcelarte en mis problemas. –Aclaró. —pero no puedo contarte nada hasta que recuperes aunque sea la mitad de tu memoria. –alcanzó mi ropa y me ayudó a vestirme, estaba algo decepcionada, si, pero el debía de tener sus razones, de eso estaba segura.

—Quiero saber de dónde nos conocemos. A lo mejor, si me cuentas recuerde algo. –Propuse, el se veía dudoso, como si no supiese qué hacer.

—¿Estás segura de querer saber toda la historia? – Asentí, un suspiro salió de el como si no fuera del todo una buena idea.

Nada puede ser más loco que todo esto.

[Capitulo editado]

Muertes Placenteras [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora