CAPÍTULO 2

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Ser una adulta no le molestaba para nada. Le molestaba no saber cómo resolver algunas situaciones. Cuando era una niña no tenía problemas, no tenía responsabilidades, no tenía miedos. Ahora sí, ahora todo eso pesaba sobre ella.

Respiró profundamente y miró por la ventana del coche. El sol comenzaba a ponerse en el horizonte y a ella un escalofrío le bajó por la espalda. No podía creer que después de tanto tiempo estaba volviendo a aquel campo. Por poco se había olvidado de que ese lugar existía. Siendo una niña había sido muy feliz allí.

- Maricona, ¿se puede saber por qué me trajiste a este lugar?- Le preguntó él sacándola de sus pensamientos. Se giró a verlo y sonrió.

- Vamos Ricky, me dijiste que no te quejarías.

- Sabes que te adoro, eres mi mejor amiga en todo el world, tú fuiste la única que siempre me ayudó a enfrentar mis miedos y blablablabla, pero esto es demasiado. Yo no podré soportar vacas, caballos, gallinas, cerdos. ¡Oh Dios santísimo, mosquitos!.- Dijo nervioso pensando en aquello. Ella rió divertida.

- Ya lo verás, el campo te encantará. No solo porque es tranquilo, sino que además hay muchos peones.- Dijo mientras le guiñaba un ojo.

- Eres una manipuladora horrible.- Dijo y se cruzó de brazos como si estuviera un poco ofendido.

Ricky Merino era su mejor amigo desde que ella se había ido del lugar en el que se había criado, y desde entonces siempre habían estado juntos, enfrentando cambios, peleas y decisiones. Más bien, el era como un hermano.

Se acercó un poco a su amigo y lo abrazó de costado. Sabía que él iba a quejarse, pero sabía que al final iba a terminar amando el lugar.

- Te prometo que lo vamos a pasar bien, serán sólo un par de semanas.

- No lo sé.- Dijo con tono indiferente.- Estoy pensando seriamente en pedirle a Charlie que me lleve de nuevo al aeropuerto.

- ¿Serías capaz de abandonar a tu mejor amiga?- Preguntó haciendo un leve puchero.

- Odio cuando me haces esas caras.- Exclamó.- Siempre terminas ganándome.

Ella sonrió y luego besó su mejilla. Se alejó de él y se giró para mirar a su padre. Antonio estaba concentrado leyendo. Ella se fijó en las expresiones de su rostro, sonrió tiernamente al ver su concentración.

- Papá.- Lo llamó.

- ¿Sí, cariño?- Le preguntó sin dejar de leer el diario.

- ¿Cuánto tiempo nos quedaremos aquí?- Quiso saber.

Por fin Antonio levantó la vista hacia ella. Su única hija lo era todo para él. Ana era la luz de sus ojos, un bello recuerdo de su madre.

- Tres meses.- Contestó Antonio.

- ¡¿Tres meses?!- Chilló Ricky.- ¿Acaso has perdido el juicio, Antonio?

- No, sólo que por lo menos yo me quedaré ese tiempo. Es más, estoy pensando seriamente en quedarme a vivir aquí.

La boca de Ana se abrió por la sorpresa. Seguramente su padre estaba bromeando, él no podía dejar la empresa en la ciudad, no podía dejarla a ella sola en la ciudad.

- Dime que es una broma.- Le pidió ella. Antonio soltó un suspiro y luego se sacó las gafas de leer.

- No, amor, no es una broma. Quiero quedarme a vivir en mi campo.

- Pero papá, no puedes estar hablando en serio, tienes negocios que atender ¡no puedes dejarme sola!

- No voy a dejarte sola, amor.- Dijo tiernamente y miró por la ventana.- Recuerda que Carlos está contigo.

Olvídame// WarmiWhere stories live. Discover now