CAPÍTULO 24

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Mimi estaba de pie frente a todos los peones de la estancia. Era más que necesario terminar de una buena vez con las indicaciones. En los últimos días había hecho de todo menos su trabajo.
Principalmente por culpa de Ana. Ella se la pasaba metida todo el día en su cabeza, confundiéndola cada vez más. Luego de que Ricky las interrumpiera no habían vuelto a estar solas. Y tenía ganas de estar a solas con ella. Demasiadas.

—Bien, los reuní porque es hora de repartir los trabajos de ganadería. ¿Alguien quiere algún puesto en especial? —les preguntó.

—No —dijeron todos a la vez.

—¿Seguros? —quiso saber.

—Si —volvieron a contestar como soldados. Mimi puso los ojos en blanco.

—Ya les dije que no tienen que comportarse como maquinas cuando el señor Guerra está aquí. Solo hagan su trabajo como siempre.

—Bien, yo quiero encargarme del marcado de las vacas — dijo uno de ellos. La rubia sonrió.

—Bien, Joselo, tienes ese puesto —dijo contenta.

Entonces todos comenzaron a pedir diferentes trabajos. Mimi asentía y asentía, pero ya se estaba mareando con tantas voces a su alrededor. Hasta que todos callaron. Ella frunció el ceño, ¿Por qué todos se habían quedado en silencio de tal forma?

—¿Qué sucede? —les preguntó. Ninguno dijo nada —Oigan, ¿Por qué se quedaron callados de golpe? —ellos miraban fijo hacia atrás de ella. Entonces uno de ellos le hizo un gesto con la cabeza, de que mirara. Y así lo hizo. Se sorprendió mucho al verla allí parada con una media sonrisa en el rostro — Ana ¿Qué... qué haces aquí?

—Buenas tardes a todos —dijo ella sin dejar de mirar a Mimi.

—Buenas tardes, señorita —contestaron como coro. La rubia comenzó a sentirse nerviosa. Ella estaba allí por alguna razón.

—Siento haber interrumpido su charla pero necesito hablar unos minutos con su jefa. ¿Me dan el permiso? —preguntó.

—Claro...

—Si, señorita...

—Llévesela, ya nos estaba hartando...

Mimi se giró a verlos con un gesto serio. Todos volvieron a cerrar la boca al instante y se pararon erguidamente.

—Señorita Ana, no creo que podamos hablar en estos momentos. Estoy muy ocupada con el trabajo —dijo.

—¿Mucho? —inquirió ella y le hizo ojos. El pulso de Mimi se aceleró.

—Pero si ya has terminado de darnos los trabajos —habló Juanjo.

—Si —dijo ella apretando los dientes y con la vista fija en la morena. —Terminé de darles los trabajos pero yo también debo trabajar.

—Oh, Mimi, no te preocupes por eso —siguió hablando Juanjo —Nosotros hacemos tu trabajo. No puedes dejar a la señorita Ana con la palabra en la boca.

—Además de que si se tomó la molestia de venir a buscarte, es porque es algo realmente importante —habló Roi, que hasta entonces se había mantenido callado. Mimi lo miró.

—Voy a matarlos a todos —murmuró para ellos.
Todos se aguantaron una sonrisa. Mimi volvió la vista a Ana —¿Le parece si hablamos más tarde? —le preguntó.

No sabía por qué le estaba diciendo que no. Si lo que más ella quería era poder tener unos cuantos segundos a solas con ella. Pero algo dentro de sí le decía que no. Que primero debía aclarar todas las cosas con Paula, y luego si podría seguir a su corazón.

Olvídame// WarmiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora