CAPÍTULO 6

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Era como volver al pasado. Estar de pie frente a ella era como tener 13 años de nuevo. Su corazón palpitó con fuerza. ¿Cómo podía ser posible? La había pensado todo el día y ahora ella estaba allí, mirándola fijamente. Aquellos ojos profundos la miraban con la misma sorpresa que ella sentía. Recordó todo, una y cada una de las tardes que había pasado con ella vinieron a su cabeza. Y sintió una presión en medio del pecho. Quiso darse la vuelta y salir de allí, no entendía bien por qué. Sacudió un poco la cabeza, estaba confundida. Tal vez todo era un simple sueño y en cualquier momento iba a despertarse y ella no iba estar. De alguna manera tenía que comprobar que aquello era real. Di un paso hacia ella.

Ana estaba totalmente consternada por la presencia de la rubia. Se sentía una niña de nuevo, parada frente a aquella princesa que ella había querido tanto. Su corazón latía rápido. Nada quedaba de la Mimi que ella tenía en mente. Ahora era toda una mujer. Bonita mujer. La garganta se le seco. Más viendo la manera en la que ella la estaba mirando. Aquellos ojos verdes que ella tanto había amado la miraban como si fuera un espejismo. Se notaba que estaba confundida.

Mimi levantó una mano y sin dudarlo tocó su mejilla. Ana dejó de respirar al sentir aquella gran mano contra su piel, y pestañeó seguidamente. El aroma femenino le entró por la nariz, llenándole el cuerpo de una extraña sensación. Mimi olía a mujer, a sol y a campo. Aroma suave y delicioso. Se estremeció.

Mimi frunció el ceño y movió el pulgar contra su suave piel, acariciándola. No se iba, el tacto era muy real. Su piel era sedosa y estaba algo fría, a comparación de su mano.

Ana no puedo evitarlo y sonrío. Mimi tenía una mueca muy graciosa, parecía estar pensando demasiado. Su cuerpo tembló cuando ella volvió a repetir el movimiento de su pulgar. ¿Cómo podía algo tan insignificante como una caricia hacerla sentir tan tonta? ¿Cuándo había sido la última vez que alguien la había acariciado de esa manera tan inocente? Como queriendo conocer, recordar.

Entonces, ella también levantó la mano y tocó su rostro. Su palma cosquilleó ante la sensación de la piel femenina, suave. Ella levanto ambas cejas en un chistoso gesto de asombro.

- Hola, Mimita.- Habló al fin.

Mimi estaba anonadada. Se sentía una completa idiota. El corazón le latía demasiado rápido para ser normal. Un nudo se le formó en la garganta.

- Hola...- Logró decirle.

Ana sonrió más, mostrándole sus dientes. Mimi se sintió contagiada por esa hermosa sonrisa que pensaba que había olvidado. Pero ahora que ella volvía a sonreírle de aquella manera, se dió cuenta de que era imposible de olvidar.

- ¡Aquí están!- Exclamo Inma.

Ambas giraron la cabeza para mirarla. Toda la magia se perdió. Se alejaron rápidamente, totalmente avergonzadas. Inma arqueo una ceja, y luego sonrió por lo bajo. Mimi la fulmino con la mirada.

- ¿Qué se te ofrece, mamá?- Le preguntó. Ella se aguantó la risa. Ambas estaban rojas como un tomate, como si las hubiera encontrado haciendo algo muy malo.

- Solo buscaba a Ana.- Le dijo y la miró.- Tu padre quiere verte, dice que tiene algo que mostrarte o algo así.

- Oh.- Musitó ella.- Gracias Inma.

Miro a Mimi y la sonrío levemente. Ella quiso decirle algo pero las palabras no salieron de su boca. Estaba tan sorprendida de que estuviera allí de nuevo. Jamás pensó que volvería a verla.

- Es un gusto volver a verte, Mimi...

- Igualmente señorita.

Ella apretó los labios y caminó hacia la salida. Se giró a verla una vez más y sin decir nada desapareció. La rubia se quedó quieta mirando por donde acaba de salir la morena.

- Creo que metí la pata.- Dijo Inma divertida.

Mimi seguía con la mirada fija en la salida.

- No puedo creer que esté aquí.- Murmuró.

- Intenté decírtelo un millón de veces.- Exageró.- Pero siempre te ibas corriendo sin terminar de escucharme.- Mimi siguió con la mirada fija en aquel lugar. Todavía no lo entendía. ¿Por qué estaba de nuevo después de tanto tiempo?- Ya, Mimi, quita esa cara de boba.

- Ay qué graciosa eres, Inma.- Dijo con sarcasmo.

Camino hasta su madre para empujarla levemente y que caminara hacia la casa. Tenía pensado llegar, arreglarse e ir a cenar, como su jefe se lo había pedido. Tenía que averiguar por qué ella había decidido volver, y quién demonios era el tal Ricky.

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¡Pues ya estaría!

A ver qué sigue... Este es el último de hoy, mañana sigo!🕊🌹🤩

Olvídame// WarmiWhere stories live. Discover now