CAPÍTULO FINAL

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La luz volvió al lugar, iluminando el apartamento y el rellano en el cual ella estaba parada. Era un sueño, ella estaba segura de eso. Estaba realmente empapada, con un pequeño bolso en la mano. Llevaba una camiseta blanca, que a causa de la lluvia se le pegaba al cuerpo, unos pantalones anchos color crema y unas zapatillas blancas también. Era una Mimi muy despreocupada, vestida de aquella forma. Respiraba como si hubiese estado corriendo mucho.

—Perdón —fue lo primero que los labios soltaron.

Ella sonrió emocionada y luego se mordió el labio inferior para tirarse sobre la rubia y plantar su boca en la suya.


Mimi la abrazó con fuerza contra ella, sintiéndose completamente dichosa de ser amada por Ana. Le respondió el beso desesperadamente. La había extrañado demasiado. Ana soltó su boca solo para besarle el resto de la cara. Mimi rió por lo bajo y luego ella la abrazó, escondiendo el rostro en su cuello.


—¿No es un sueño, verdad? —le preguntó.


—No, princesa —susurró la rubia mientras le acariciaba la espalda —No es un sueño. Vine a buscarte, no podía seguir viviendo sin ti.


Ana se alejó un poco para mirarla a los ojos. Debería simplemente arrojarla algo por la cabeza y decirle que no la necesitaba, pero ¡No podía! No podía hacerlo. Porque aquello sería completamente mentira. Claro que la necesitaba, por Dios, la necesitaba tanto.


—Ay, Mimita, te necesito tanto...


—Ya estoy aquí, mi amor —sonrió levemente y acarició su rostro —Perdóname, por haber sido tan imbécil, Ana.


—Ya está, ya no me pidas más perdón, ya estás aquí. Eso es todo lo que necesito, mi amor, mi vida —la besó de nuevo en los labios.


Y aquel suave beso pasó a ser demandante y desesperado. Ambas sabían lo que necesitaban. En ese momento no podían detenerse y ponerse a hablar de todo lo que había pasado. 

Necesitaban sentirse, ser una.


Ana acercó a Mimi un poco más a ella, incitándola a entrar del todo al departamento. La rubia dio los primeros pasos, pero entonces recordó que su bolso estaba afuera. Maldita sea, realmente necesitaban controlarse un poco. Soltó los labios de la morena.


—Mi amor, mis cosas —susurró agitada.


Ana la soltó al instante y rió algo nerviosa. Simplemente se estaba comportando como una desesperada. Ella estaba empapada y seguramente cansada por el largo viaje. Era una pervertida. Mimi tomó su bolso y entró al departamento de Ana. Ésta cerró la puerta y soltó un suspiro cuando se giró a verla. Todavía no podía creer que estuviera allí.


—¿Quieres darte un baño? —le preguntó. Mimi estaba mirando atentamente a su alrededor. Aquel lugar era agradable. Volvió la mirada a Ana.


—¿Qué tipo de baño? —quiso saber. Ana sonrió.


—Un baño... para poder ponerte cómoda y sacarte esa ropa mojada.


—¿Lo tomare sola?


Ana sintió cosquillas en su vientre, y en su mente se filtró la imagen de ellas en la ducha. Sería grandioso. Aunque ella ya se había bañado. Pero al demonio, no iba a gastarse por un poco más de agua.


—¿Te gustaría que te acompañe? —le preguntó.

 —Estoy loca por ello.


Ana sonrió pícaramente y la tomó de la mano para conducirla hacia el pequeño baño que aun retenía algo de vapor en su interior. Encendió la luz y giró rápidamente para encontrarse con la boca de su rubia.

Olvídame// WarmiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora