CAPÍTULO 15

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Tres días pasaron como si nada, y para Ana, Mimi estaba cada vez más alejada de ella. Ahora apenas compartían un: Buenos días.

Mimi la evitaba a toda costa, y ella se sentía cada vez peor. No solo por eso, sino que la culpa la carcomía. Su voz había mejorado gracias a Inma.

Volvió a darle un sorbo a la asquerosa infusión que la madre de la rubia le había estado dando en los últimos dos días. Ya se había acostumbrado al mal sabor.

Ricky entró a la cocina y se sentó junto a ella. Ya no peleaban, y su mejor amigo le había pedido perdón por haberse comportado como un niño.

—¿Quieres ir a pasear por ahí, Ana? —le preguntó él.

—No lo sé, Ricky —suspiró ella —No estoy de ánimos.

La puerta se abrió y ella entró. Los saludó por lo bajo y se acercó al fregadero para buscar un poco de agua. Tan pronto como entró, se fue. Y a Ana el corazón se le encogió. Odiaba estar así con ella. Simplemente lo odiaba.

—¿Sigue enfadada? —inquirió Ricky.
—Si —suspiró ella y apoyó su taza sobre la mesa —Odio que esté así.

—Entiéndelo, Ana, heriste su orgullo.

—Yo no herí su orgullo —dijo frunciendo el ceño —Solo estaba enfadada.

—Celosa —la corrigió él. Ella lo miró entrecerrando los ojos.

—Lo que sea —volvió a hablar —No quiero que esté así conmigo.

—¿Qué te parece si haces algo? No sé, una carta, una fiesta, lo que sea.

—No, esas cosas no sirven con ella. Es terca como una mula.

—Entonces quédate sentada y espera a que se le pase el enfado. No creo que esté así por el resto de su vida.

Alguien volvió a entrar a la cocina. Ambos se giraron a verlo.

—Buenos días, Roi —le sonrió Ana.

—Buenos días a ambos —dijo y se acercó al refrigerador para sacar un poco de leche.

—¿Cómo te sientes? —le preguntó Ricky.

—Mucho mejor, por suerte —contestó mientras se servía un poco en un vaso —Ya no siento tanto dolor, y el médico dijo que dentro de poco podré volver a mis actividades normales.

—Tengo algo para ti —dijo Ana.

El rubio frunció el ceño y la miró extrañado. —Es una carta de Cris—murmuró Ricky.

Al instante Roi se acercó a Ana y por poco y le arrebató de las manos el sobre blanco. Comenzó a abrirla casi desesperado pero se detuvo al ver que aun estaba en presencia de Ana y Ricky. Carraspeó un poco.

—Voy... voy a ir a leerla a otro lado.

—¿Por qué? —preguntó el otro chico decepcionado —Queremos saber que te dice.

—¡Ricky! —lo retó ella y golpeó levemente su hombro —No es de nuestra incumbencia lo que diga esa carta —miró a Roi —Ve tranquilo, Roi, pero recuerda que todavía no puedes verla. No después de que su padre vino a buscarla hasta aquí.

—Si le quieres responder nos dices y nosotros le alcanzaremos la carta a ella.- Dijo Ana.

—¿De verdad? —inquirió sorprendido.

—Si —sonrió Ana —No te lo había dicho pero ahora voy seguido a la casa de Cris a darle clases de piano —le guiñó un ojo —Empezamos justo ayer, hoy tengo que ir de nuevo. Así que si quieres que le lleve apúrate.

Olvídame// WarmiWhere stories live. Discover now