CAPÍTULO 26

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Ana fue la primera en entrar, pero se detuvo al ver que Mimi no la seguía. Se giró a verla.


—¿Por qué no vienes? —le preguntó.


—Yo... ¿quieres que entre? —dijo insegura. —Claro que si, Mimita, te necesito aquí conmigo.

Mimi sonrió e ingresó. Ricky también entró junto a ellos y cerró la puerta con cuidado. Ana se acercó rápidamente a la cama al ver a su padre con los ojos levemente abiertos.


—Por Dios, papá, me asustaste tanto —le dijo ella y se acercó a él para abrazarlo. Antonio sonrió levemente.


La puerta de la habitación se abrió e Inma ingresó como un rayo. Corrió hacia la cama y se sentó del otro lado.


—Dios santo, estás bien —lloró y también lo abrazó.


Ana sonrió y se puso de pie. Mientras Inma abrazaba y lloraba sobre Antonio, ellas dos y Ricky se acercaron al doctor.


—¿Qué es lo que tiene, doctor? —preguntó Mimi.

—No es para alarmarnos —les dijo primero —Pero si para tomar precauciones. Antonio sufre de presión alta, por eso últimamente ha estado teniendo dolores de cabeza, mareos y falta de aire, como me lo ha mencionado.


Ana miró a su padre.


—¿Por qué no me dijiste nada? —le preguntó enojada. Antonio se sentó en la cama, con la ayuda de Inma.


—No quería preocuparte, hija...


—Eres un inconsciente —le aseguró —Pero ya voy a hablar seriamente contigo, prosiga doctor.


—Esto de la presión se puede deber o mejor dicho,  se debe a una serie de situaciones de nervios y preocupaciones.


—¿Qué más me has estado ocultando, Antonio Guerra? —dijo Ana sin poder creerlo.


—Ya niña Ana —dijo Inma —No lo regañes más.


Ana suspiró y volvió la vista al frente.


—¿Qué es lo que tenemos que hacer? —le dijo al doctor.


—Debe descansar, relajarse, estar en cama, dar paseos tranquilos... Eso si, ya nada de sal en las comidas. Y no más negocios por un tiempo.


—Doctor... —murmuró Antonio. Todos lo miraron —Usted no me puede pedir dejar mis negocios. Todo se va a venir abajo...


—Yo voy a hacerme cargo de ellos —sentenció Ana. 

--Pero hija, estás son tus vacaciones.

—También las tuyas, papá. Yo puedo hacerlo, Ricky va a ayudarme y —miró a Mimi y no pudo evitar sonreír —Mimi también.


—Claro que si, señor —dijo ella.


—Bien —suspiró Antonio —Voy a tomarme las vacaciones... realmente.


Todos sonrieron. El doctor guardó sus cosas y caminó hacia la puerta.


—Lo acompaño abajo, doctor —dijo Ricky. Ellos dos salieron de la habitación. Ana se giró a ver a su padre.


—Te vas a salvar de mi regañada, Antonio Guerra, solo porque no quiero que te vuelva a dar un ataque.


—Ana —sonrió él —Voy a estar bien, hija. Voy a hacer todo lo que me diga el doctor ¿si?


—Más te vale —miró la escena de Inma sentada a su lado. Ellos dos necesitan unos momentos a solas. Miró a Mimi — ¿Me acompañas a hacer una sopa para mi padre?

Olvídame// WarmiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora