CAPÍTULO 29

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Ana se despertó sintiéndose completamente renovada, una nueva persona. Su cerebro aún estaba medio dormido, así que todavía no entendía bien el motivo. Entonces se movió un poco para sentir un poco de piel caliente debajo de su cuerpo.


Abrió un ojo y miró hacia arriba. Aquel rostro era el de un ángel. El ángel más hermoso que ella había visto en su vida. Levantó un poco la cabeza hasta apoyar el mentón en aquel perfecto pecho.


Los leves rayos de sol que entraban por la ventana bañaban suavemente el rostro que ella estaba observando. Y sus pestañas brillaban, al igual que su cabello rubio. Sonrió y recordó cada caricia, cada beso, cada palabra que habían compartido hasta caer en un hermoso sueño, juntas.


Intentó levantarse, pero no pudo. Había un pequeño peso sobre su cadera que se lo estaba impidiendo. Miró y vio el brazo de Mimi que la sostenía cerca de ella de manera posesiva. Volvió la vista a su rostro y aquellos hermosos ojos verdes la estaban mirando.


—Pareces un ángel —habló la rubia con la voz ronca. Ana se mordió el labio inferior y luego escondió el rostro contra ella.


—Y tú eres la cosa más hermosa que he visto en mi vida al despertar —murmuró ella contra su pecho. Mimi sonrió y soltó el aire acumulado en sus pulmones.


Se incorporó un poco y tiró de ella, hasta que su rostro estuvo frente al suyo. Ana mantenía la mirada baja.


—Mírame —ordenó ella.


—No puedo —dijo. Mimi frunció el ceño.


—¿Por qué? —quiso saber ella. ¿Acaso estaba arrepentida de lo que había pasado entre ellas? Su cuerpo se tensó ante aquella idea. Tal vez ella simplemente no había sentido lo mismo, y ahora quería huir.


—Porque si te miro voy a morirme de amor...


Sus músculos se relajaron bajo el suave peso de la morena. Tenerla así, desnuda, contra su cuerpo era irreal. Sentir con cada célula de su cuerpo a la mujer que amaba era inexplicable.


—Vamos, mi amor, mírame —le pidió.


Ana levantó la mirada bajo sus espesas pestañas, hasta encontrarse con sus perfectos ojos. Y si, acababa de morirse de amor.


—Gracias —susurró Ana.


Mimi arqueó una ceja interrogativamente.


—¿Por qué? —preguntó y marcó el contorno de su cuello con un dedo. Ana se estremeció y cerró los ojos suavemente.


—Por hacer galopar mi corazón como si fuera un caballo salvaje.


Mimi alzó un poco más la cabeza y capturó sus labios, para luego recostarse con ella y girar sobre el pequeño colchón, atrapando a la morena debajo suyo. Ana gimió suavemente dentro de su boca. Y aquello fue un incentivo.


Ella rodeó hombros, acercándola más a ella. Pero entonces el relinche de un caballo las hizo alejarse. Mimi se incorporó un poco para mirar por la ventana y observar a Corchea allí acercándose al lago para tomar agua. Suspiró, era hora de volver a la realidad. Volvió a mirar a Ana.


—Debemos volver.


Ella hizo un leve puchero. 

—Nooo


—Si —asintió divertida y se puso de pie para comenzar a vestirse. Mimi, más que Ana, tenía ganas de quedarse allí durante toda la vida junto a ella, pero era consciente de que tenía un trabajo y varias cosas para supervisar y arreglar. Vio que Ana no hacia ningún esfuerzo por ponerse de pie —Vamos, arriba.


—No quiero —dijo cruzándose de brazos. 

—Ana, tengo que trabajar.

—Al demonio con tu trabajo —aseguró. Mimi soltó una estrepitosa carcajada. Ella simplemente parecía una niña peleando por un dulce.


—Vamos, mi amor. Recuerda que tu padre necesita cuidados y que prometiste hacerte cargo de los negocios.


Ella se puso rápidamente de pie y comenzó a vestirse también. La rubia sonrió y la miró divertida.


—Tienes razón, soy una irresponsable —aseguró ella mientras comenzaba a ponerse el vestido.
Mimi terminó de acomodarse y se acercó a ella para abrazarla por detrás.


—Jamás podré olvidarme de esto, Banana —le susurró al oído para luego besarle el costado del cuello. Ella suspiró gustosamente y se recostó contra su pecho, sujetándose de los brazos que rodeaban su cintura.


—Ni yo... —aseguró.


Giró entre sus brazos para mirarla bien de frente y divisó su pequeño top entreabierto. Intentó abotonarlo pero descubrió que le faltaban varios botones. La miró divertida. La rubia se encogió de hombros.


—Bien... anoche cuando me forzabas a entrar desnuda al lago...


—¡Yo no te forcé! —intentó sonar ofendida pero no pudo. Se estaba aguantando las ganas de reír.


— ...sin querer arranqué algunos botones de mi precioso top. Era el mejor que tenía, mi favorito, y ahora simplemente no sirve —bajó la mirada como una niña triste. Ana sonrió y le dio un beso entre sus pechos, haciendo que ella respirara profundamente.


—Te ves condenadamente bien con esto a medio abotonar —dijo pícara.


—Ana... —advirtió.


Ella rió y se alejó de ella para acercarse a la puerta.


—Vamos, aburrida, llévame a casa... —abrió la puerta y luego se giró para mirarla —Por no haberte quedado aquí conmigo vas a pensar todo el día en lo que podríamos haber hecho.


Salió de allí dejando a Mimi con la boca levemente abierta. Entonces reaccionó y maldijo por lo bajo. Sabía que ella tenía razón.

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(-5)

Olvídame// WarmiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora