CAPÍTULO 20

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Inma entró al cuarto de su hija y encontró a Paula sentada en una de las sillas, mirando una revista de moda que seguramente Ricky había dejado tirada por allí.

La chica la miró al instante y se puso de pie para acercarse a Mimi y fingir preocupación. Inma resopló, ella ya conocía aquel teatro. Lo peor de todo era que se había quedado todo el día en la casa, no dejando a su hija descansar realmente. Por suerte ya había venido por ella.

  —Tu padre está esperándote en la puerta —le dijo. Paula la volvió a mirar.

—Dile que voy a quedarme a dormir aquí.

—No —dijo Inma —Vas a irte ahora, Paula.

—¿Qué te pasa, Inma? —le preguntó —¿Por qué me tratas así?

—Niña, estoy cansada. Ha sido un largo día y quiero ser yo la que cuide de mi hija. Tú vete a tu casa y mañana puedes volver a verla.

—Pero...

—Sin peros, Paula. Vamos.

Paula se puso de pie y salió de allí sin siquiera despedirse de Mimi. Inma negó con la cabeza y miró a su hija una vez más antes de cerrar la puerta y dejarla sola.

—Ana —murmuró la rubia entre medio despierta y medio dormida.

Levemente abrió los ojos, pero los volvió a cerrar al sentirse tan cansada. Comenzaba a despertarse y la sensación de que un millón de caballos le pasaron por encima lo invadió. Le dolía todo el cuerpo, principalmente el hombro derecho.

Respiró profundamente y se destapó un poco. Estaba sudada, pero sentía un molesto frío calándose hasta los huesos. Miró a su alrededor y se dio cuenta de que estaba en su cuarto. Pero ¿Dónde estaba Ana? ¿Por qué no estaba allí con ella? La quería a su lado, quería ver su bello rostro. Verla sonreír, escucharla hablar, sentirla respirar. Simplemente la quería frente a ella. Si, necesitaba verla, necesitaba buscarla y tenerla cerca.

¿Qué podía pasar? Absolutamente nada. Desde que había llegado solo había hecho estragos con ella, y ahora tenía que cobrarse aquello. Si, claro que si.

Se puso lentamente de pie. Todo dio vueltas a su alrededor. Sonrió estúpidamente, se sentía como una borracha. En ese momento se sentía perfectamente bien como para ir hasta el cuarto de Ana Guerra y cantarle las 40 de una vez.

Ana suspiró mientras salía del baño luego de una merecida ducha. Había estado todo el día con Ricky, recorriendo el campo, viendo películas y comiendo las ricas comidas de Inma. No había ido a ver a Mimi porque sabía que la indeseable aquella seguía pegada a ella como la garrapata asquerosa que era. Apretó los dientes al pensar en ella y que en ese momento estaba con Mimi.

Terminó de vestirse en el baño y se puso se camisón de dormir. Cogió una toalla y comenzó a secarse el cabello. Abrió la puerta y salió hacia su habitación.

Su corazón se sobresaltó cuando levantó la mirada y Mimi estaba allí parada. La observó bien, y la rubia sonrió bobamente al verla. Ana sintió una linda presión en el estomago al verla solamente con un top deportivo que cubría únicamente su pecho. Una gran venda blanca cubría todo su hombro derecho. Recordó el dolor que vio en sus ojos cuando la serpiente la había mordido. No quería volver a ver dolor en su linda mirada.

—¿Mimi? —inquirió confundida.

Otra estúpida sonrisa se formó en el rostro de Mimi. Ana se aguantó las ganas de reír. Se veía realmente graciosa. Dejó su toalla a un costado y se acercó a ella.

Olvídame// WarmiWhere stories live. Discover now