CAPÍTULO 27

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Ana caminó con cuidado, acercándose a Corchea, que estaba allí parada, como esperando algo. Llegó hasta ella y le acarició el hocico.

—Hola, muchacha —le dijo de manera tierna —¿Tú eres lo que me estaba esperando?

Corchea meneó la cabeza y resopló en respuesta. Ella sonrió y entonces divisó la nota que colgaba en el bozal del animal. La tomó sin dudarlo.

Para volver a ver a Mimi, tienes que subirte a Corchea y dejar que te lleve, ella sabe el camino. Mejor que vayas sola, puedo hacerle algo a 'la rubia buenorra' si vienes acompañada.

firma, Teddy.

Sonrió y se guardó la nota en el pequeño bolsillo que tenía su vestido de verano. Se había puesto algo cómodo luego de que Mimi se había ido a hablar con Paula. Y había encontrado entre sus cosas un fresco vestido blanco que en el borde tenía un mar de florecitas celestes.

Se subió a Corchea y la yegua blanca comenzó a andar apenas ella se acomodó. Ana se sorprendió un poco, pero lo dejó andar tranquilo. Levantó la cabeza para mirar el cielo. Estaba completamente despejado y las estrellas parecían interminables. Era perfecto. Era una agradable noche de verano. No hacia calor, tampoco frío. No había viento, pero si una suave brisa que casi pasaba desapercibida.

Entonces Corchea comenzó a andar más rápido y a adentrarse en el bosque. Ana tomó las riendas e intentó detenerla, pero el caballo no lo hizo. ¿Hacia donde la estaba llevando? Comenzó a preocuparse. No le gustaba la oscuridad que había en aquel lugar. Y sabía que había un par de animales salvajes por allí. El corazón comenzó a latirle con nervios. Pero entonces recordó la carta... Corchea sabía a dónde la estaba llevando. Solo tenía que confiar en ell y en... ¿Teddy el asesino?

Sonrió y negó con la cabeza. Aquello si que había sido una gran ocurrencia. Romántico, pero a la vez divertido. Conocía una nueva faceta de Mimi. Al parecer se le daban bien las ideas. Pensó en las veces que Paula pudo haber recibido ese tipo de atenciones. El estomago se le encogió de celos. No, ya no estaba más con ella. Lo presentía.

Corchea empezó a andar más rápido y Ana se aferró con ella con fuerza. Al parecer se estaban acercando a su destino. El caballo salió de entre los árboles para meterse a lo que ella sin duda llamó: pequeña porción de paraíso.

Su boca se abrió sin poder creerlo. ¿Cómo era posible que casi se había olvidado de aquel lugar?

Corchea se detuvo y ella se bajó. El sonido de la cascada llegó a sus oídos y giró para apreciar el espectáculo que había frente a sus ojos. El pequeño lago estaba completamente iluminado por aquella enorme luna blanca, que parecía estar más cerca de ella de lo normal. Respiró profundamente y el suave olor a agua pura, noche calma y libertad le entró a los pulmones. Cerrando los ojos se dejó llevar por los sonidos de la naturaleza. Había tanta paz allí, se sentía tan bien. Pero entonces recordó que por allí tenía que estar su princesa . Abrió los ojos de golpe y miró a sus costados, buscándola.

—¿Buscas a alguien? —preguntó ella.

Ana se sobresaltó un poco y giró rápidamente para encontrarla allí. Su corazón había sufrido un gran susto por su causa, pero aun así le sonrió.

—Me asustaste —le comentó. Ella sonrió y se encogió de hombros.

—Lo siento, no quise hacerlo —aseguró.

Ana miró a su alrededor una vez más y luego volvió la vista a ella. Se veía tan hermosa. Y la luz de la luna jugaba con el brillo de sus bellos ojos. Llevaba puesta una falda larga y uno de sus siempre tops que llegaban hasta la mitad de su vientre, dejándole ver un poco de aquella bronceada piel. Quería tocarla, se mordió la mejilla por dentro de la boca. Tenía que controlarse un poco.

Olvídame// WarmiWhere stories live. Discover now