La Pelea del Siglo: El Anuncio

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¡Disfruten de éste capítulo que no tuve tiempo de leer antes de publicar!

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Después de todo, Georg llamó a Tom; habíamos pasado un par de semanas tranquilas de vuelta en Vegas y Tom se había sorprendido en varias ocasiones de la enorme cantidad de tiempo que había comenzado a pasar en frente del ordenador, justamente cuando me preguntaba acerca de mi historia fue cuando sonó el teléfono.

- Anda, déjame leer un poco. - Me rogó cuando apoyó la barbilla en mi hombro.

Los brazos de Tom estaban a ambos lados de mi, apoyados sobre la mesa de la cocina junto a mi portátil. Lo miré y le sonreí pero bajé la pantalla de la portátil. No me gustaba nada que él leyera lo que estaba escribiendo; nunca me había agradado que nadie leyera mis historias sin que estuvieran terminadas, así que cuando me puso esos ojos suplicantes le volví a decir que no.

- No, ya te lo he dicho... nadie la verá hasta que la termine.

Le expliqué y llevé mi mano hacia la suya, acariciando el dorso de su mano con cariño. Él asintió una vez y hundió la nariz en mi cuello, pude sentir el suave soplido de un suspiró en mi piel antes de que volviera a alzar la cabeza.

- ¿Y cuándo la terminaras? - Preguntó entonces.

Le sonreí. - No lo sé. Pronto.

- Oliver necesita más juegos, ¿sabes? - Asintió en dirección al perro que estaba echado en el suelo mordisqueando un enorme hueso.

- Tu también puedes jugar con él. - Le dije con fingida inocencia.

Tom me puso esa cara que me decía, "sí, claro". Últimamente había estado ocupado con entrevistas y demás, no sabía muy bien en que se basaba pero tenía una idea para poner un gimnasio y eso lo había mantenido muy ocupado.

- Sabes que no puedo, cuando no estoy en el gimnasio bueno... estoy en mi gimnasio. - Me di la vuelta y él se enderezó. - ¿Qué?

- ¿Compraste el edificio? - Mis ojos se abrieron de par en par y lo vi encoger los hombros. - ¡Cómo no me dijiste!

- Perdón, no pensé que te importara... - Cogí su cara con mis manos y lo hice callarse.

- Mientras no compres un gato no me importa, ¡pero debiste decirme! ¿Ya empezaste a arreglarlo? ¿Cuándo puedo verlo?

Tom alzó una ceja y me observó por un segundo sin decir nada.

- ¿No estás enojada?

Le di una palmada en la mejilla izquierda.

- Ay, Tom... ¿con qué derecho? ¡Es tu idea! Mañana me llevaras a verlo, ¿verdad?

- Si eso quieres, claro. - Asentí sonriente como una niña pequeña. - Vale. - Se inclino y me besó la frente.

Aun no se había enderezado cuando sonó el teléfono, él se estiró para coger el teléfono plateado y presionó el botón de llamada.

- ¿Diga? - Tom contestó con el ceño fruncido y semblante serio pero cuando escuchó la voz del otro lado sus ojos se abrieron ligeramente y sus cejas se alzaron. - ¿A qué te debo la llamada?

De pronto comenzó a hablar en alemán y ya no hubo nada que decir, entendí poco y me frustré así que saqué mis audífonos de la bolsa de mi portátil y empecé a escuchar música en un idioma que si entendía.

Terminé de escribir dos páginas cuando Tom colgó y me quitó un auricular de la oreja.

- Adivina quién era. - Me reto.

Memorias (Tom Kaulitz Fanfiction)Where stories live. Discover now