Miedos Anónimos

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Ah... ¡espero que sea más largo que el anterior!

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Pasé semanas evitando a Tom por las mañanas, él no entendía y yo no quería apresurarme a nada; cuando sonaba el despertador de su lado de la cama me daba la vuelta y pasaba el brazo encima de él para apagarla antes de tomarme mi tiempo para sentarme en la cama y bajar los pies antes de ponerme de pie e intentar con todas mis fuerzas respirar profundamente para evitar esos terribles mareos. Tom no me lo ponía fácil, saltaba de la cama antes que yo y me ofrecía su mano para jalarme enérgicamente hasta ponerme de pie. La primera vez que lo hizo, al día siguiente de aquel extraño y emocionante mareo al pie de la escalera, casi me caigo de bruces.

Esa mañana no había sido muy distinta, al poner los pies descalzos sobre el suelo Tom me arrojó los pantaloncillos de deporte a la cara con una sonrisa juguetona en el rostro. Me agradaba mucho su actitud relajada, desde el primer momento eso me había dejado enganchada a su personalidad; pero en ese instante me sentía tan cansada como si no me hubiera ido a dormir aún, y mareada... mareada como nunca. En realidad, respirar profundo no me fue suficiente, un momento después de sacarme el pantalón de la cabeza, me di cuenta de que no tenía a dónde escapar.

Corrí al baño en mi ropa interior, pasando de largo a Tom, quién me preguntaba si estaba todo en orden.

No me importó cerrar la puerta detrás de mí, simplemente me eché el cabello hacía atrás y subí la tapa y el asiento del inodoro en un movimiento al inclinarme e intentar vomitar algo; solo unos restos de la cena salieron, pero estaba completamente asqueada y tenía el estómago haciendo olas en mi cavidad abdominal. Se me salieron las lágrimas mientras tosía en el inodoro con ambas manos aferradas a la porcelana, no alcé la vista en ningún momento. Cerré los ojos y me eché hacía atrás cuando sentí que había terminado. Tenía un sudor frío cubriéndome la frente y una sensación pesada en la boca, como si mi saliva de pronto fuera una mezcla gruesa de pasta o yeso... o algo desagradable.

- Shhh... - Tom susurró cerca de mi oído.

No me había dado cuenta de que Tom me había estado sosteniendo el cabello hasta ese momento, cuando me di cuenta de que mis pies estaban tocando el frío azulejo del piso del baño mientras que yo descansaba recargada contra el cuerpo fuerte de Tom, que me acariciaba el brazo con su mano para intentar darme cierto consuelo. Acomodé la cabeza en su hombro y puse mi mano en su antebrazo mientras uno de sus brazos me sostenía contra él.

- Estoy bien. – Intenté decirle, pero él dejó salir un sonido de reprobación.

- No, no lo estás... - Me dijo firmemente.

- Ya, ya... pero veré el médico, uno que Jen no conozca... - Le respondí. – Hemos comido afuera las últimas noches, tal vez sea solo eso.

Tom aceptó mi teoría; yo no quería hacerme de esperanzas y dudaba que él tuviera idea de lo que podía esperar ahora, sin duda habíamos tenido un par de semanas difíciles, pero la semana anterior mientras Tom no estaba había ido a ver al médico, que me había pedido hacer unos estudios de sangre y orina. No le comenté nada a Tom, para que no se preocupara... aunque sentía mis síntomas eran demasiado fuertes para ser algo bueno.

Me di la vuelta y vi el rostro de Tom, mirándome fijamente con el ceño fruncido.

- Tal vez podamos saltarnos la carrera matutina. – Me propuso con preocupación.

Sonreí al negar con la cabeza, él intentó convencerme pero mientras se me calmaba el estómago y seguíamos sentados en el piso del baño.

- No, no... tú vete. – Le insistí. – Yo no me siento bien, pero quiero que tú sigas como si nada pasara, ¿sí?

Memorias (Tom Kaulitz Fanfiction)Where stories live. Discover now