Memorias (Tom Kaulitz Fanfiction)

Papá Aprende a Decir Adiós

Me podrían querer matar... pero no deberían.... ¿o sí?

Ya les conté de mi enorrrrrme trauma con la carita angelical de Tom ahora que se quitó la barba???? Estoy enamorada por 2344585445592 vez del mismo hombre... qué cosas... 

¡Ah! ¡Y no me hagan empezar con el cabello de Bill...! :O 

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- ¡Levanta los brazos! – Me decía Eddy. – ¡Lo que pasé en casa se queda abajo del ring, Cohete! – Dijo al darme un leve golpe con el pad que llevaba en la mano para ayudarme a practicar las combinaciones.

Me enderecé y desvié la mirada.

- ¿Tal obvio es? – Le pregunté.

Eddy, mi entrenador, estaba cansado de verme hacer el imbécil durante los entrenamientos. Desde que llegamos a Alemania no podía concentrarme, tenía mil cosas en la mente... y solo una tenía algo que ver con la pelea a final del mes.

- Llevamos una semana jugando al idiota. – Me dijo sin rodeos. – Sé que quisieras que tu mujer y tus niñas estuvieran aquí, pero es tu última pelea y tienes que darlo todo.

Negué con la cabeza y dejé caer los brazos a ambos lados del cuerpo.

Yo también estaba cansado de tener que callar la voz en mi mente que me decía que tal vez ella tenía razón. No le había contado nada sobre la discusión a Eddy, solamente a Bill. Él me había dicho que estaba de mi lado, pero que entendía las razones de Anna, así que básicamente la disculpó.

Lo que más me preocupaba eran las niñas, Hannah y Danny... no tenían culpa de nada y tal vez yo no tendría que ser así con Anna, que había estado conmigo en todo hasta ese momento, hasta que pensó que algo malo podría pasarme... pero sentía que simplemente no confiaba en mí, no creía que pudiera ganar.

- Cuando llegue a casa firmaré el divorcio. – Le conté a Eddy. – Anna y yo nos separamos.

Eddy bajó los brazos y me observó con sorpresa escrita en el rostro. Asentí y volví a mirar hacia otra parte, ya estaba cubierto en sudor pero faltaba una hora de entrenamiento.

- ¿Qué paso? Ustedes dos son... nunca lo imaginé. – Atinó a comentar.

- Anna no cree que deba pelear con la lesión, ha hecho de todo para impedirlo y... cuando lo descubrí... – me mordí el labio, ignorando mi perforación.

- ¡Es tu mujer! – Comentó como si estuviera desvelando el secreto más grande de la historia. - ¡Y además ya es madre! Se les desencadena un... sentido de la preocupación impresionante, ¿de verdad la culpas por cuidarte?

Las palabras de Eddy entraron por uno de mis oídos y salieron por el otro. Negué con la cabeza y volví a subir los puños.

- No te preocupes, - le dije, - ya es agua pasada, tenemos que hacer esto.

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Bill llegó el día antes del pesaje, había tenido la oportunidad de hablar con él en persona y juntos visitamos a Georg. Él me aseguró que me daría una pelea limpia, que solamente pensaba en cumplir con lo que le había dicho a Anna.

- Si no te cubres, yo te golpeare. – Sonrió.

- Ya quisieras. – Le respondí del mismo modo. - ¿Por qué no me habías dicho lo que Anna te pidió?

Estábamos sentados en una mesa cuadrada, cada uno en un lado; Georg se echó hacia atrás en su silla y se volteó para observar el jardín de su propia casa mientras Bill y yo nos dirigimos una mirada.