PRELUDIO

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En el fondo de un triste infierno, vi a un hermoso ángel implorar al cielo mi socorro.

Su piel era tan blanca que contrastaba violentamente con el resplandor que manaba de sus ojos azules. Sus platinados cabellos se esparcían hasta más debajo de su espalda... Como listones de plata, como un río argentado. El ángel pronunció mi nombre, y mi nombre se convirtió en su auxilio.

Estaba atado a gruesas cadenas negras al filo de un barranco empapado de fuego, donde demonios y serpientes aguardaban impacientes devorarlo.

«Un ángel jamás debería estar en el infierno», me dije, cuando corrí presta a defenderlo.




MORTUSERMO: EL JUEGO DE LOS ESPÍRITUS ©Where stories live. Discover now