𖤐 Capítulo 41

888 145 5
                                    

Alguien alguna vez le dijo a Ann que las arpías se atraen, este era un claro ejemplo, era apenas su segundo día dentro de la academia y estaba viendo como Aisha Kastalia, Sarah Stuart y la niña cuyo nombre no recordaba, pero sospechaba era hija de un tal vizconde Zabini estaban intimidando a una joven plebeya que estaba tirada en el suelo con sus cosas esparcidas y arruinadas.

Había llegado temprano con su hermano y los gemelos, antes de pasar por una de las panaderías que administraban sus nuevos asociados—Uno de los vecinos que tenían— ellos habían traído ricos bollos glaseados para compartir con sus otros amigos.

Nash y Roxy ya estaban en la academia cuando había sucedido la tragedia.

— ¿No vas a limpiar mi zapato? — Sarah alzó el zapato con un poco de suciedad — fue tu culpa caminar por los pasillos de la nobleza — se cruzó de brazos.

Ann vio a algunos nobles riéndose mientras otros ignoraban la escena.

Manu se acercó de prisa y ayudó a la niña a levantarse, él era el caballero que su madre le había enseñado a ser.

Sarah se sorprendió de ver a un apuesto joven ayudar a la plebeya, por la ropa y accesorios que llevaba era evidente que él tenía dinero.

Aisha lo miró con interés sin saber que él era el tipo que le había robado el segundo lugar. Ann dio un paso para ayudar a la jovencita que el día anterior había corrido con ella en el campo de entrenamiento de Esgrima.

Ella era Hazel, una chica que anhelaba ser parte de los caballeros de Regan, era plebeya y becada, sus padres eran panaderos y ella los ayudaba todas las mañanas por eso se levantaba muy temprano y por accidente había chocado con Sarah qué se burló de ella al verla con la nariz cubierta de harina.

Angelique intervino en ese momento, apareciendo en toda su gloria, como Ann sospechaba era una belleza muy impresionante, de tez clara, con un cutis mucho más sano que antes, su piel ahora suave y cremosa brillaba, no llevaba maquillaje y su uniforme con una chaqueta verde y pantalón blanco la hacían ver tan digna como la realeza.

Ella era alta, esbelta y curvilínea, tenía piernas firmes y un bonito trasero que hizo que muchos muchachos se le quedarán mirando debido a lo ceñido a su cuerpo, su cintura estrecha generó mucha envidia, y sus pechos eran de copa mediana, pero firmes, llevaba su camisa blanca ajustada con dos botones superiores libres dejando un escote, el chaleco verde oscuro se ajustaba a su cintura realzando más su feminidad, su chaqueta la completaba como la diosa escolar que muchos tenían ahora.

El hermoso cabello cobrizo estaba atado en una coleta alta dejando que sus ondas sueltas cayeran con libertad, sus preciosos ojos como oro líquido y sus largas pestañas le daban un aire coqueto y seductor enorme, su nariz fina y respingada era hermosa, pero los labios rojos y carnosos le daban una sensualidad que ningún hombre podía evitar desear probar. Ella era tentación.

La majestuosidad de su presencia eclipsó a las arpías y silenció la cacofonía alrededor de ellos. Angelique la supuesta princesa malvada, había ayudado a una joven plebeya, contrario a las acciones de la supuesta inocente Sarah Stuart que se regodeaba siendo mala con los de menor estatus social.

Eso se extendería como pólvora.

Al verla Sarah comenzó a temblar poniendo una cara inocente y de miedo ante la princesa — Oh, no — ella chilló todos se giraron a verla, era un hecho muy conocido por todos que Angelique acosaba a Sarah por culpa de Mabel, quién sin poder evitarlo se enamoró de la pura, dulce e inocente hija de un mero vizconde. — Por favor, princesa — su tono sonaba aterrado, pero el brillo malicioso en sus ojos mostraba el tipo de persona que era.

¡Ꭺ ꮮꭺ ꮇꮖꭼꭱꭰꭺ ꮮꭺ ꭲꭱꭺꮇꭺ!Where stories live. Discover now