10. Más enigmas

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A Ethan se le acabaron las opciones a medida que pasaban los días. Cuando se dio cuenta, la semana ya había terminado y ahora tenía que enfrentarse al dilema que tenía en mente desde "ese" día: ¿Debería ir o no a la biblioteca?

Le ocurrió algo que ni en sus más oscuros sueños se pudo haber imaginado, probablemente fue un instante sin importancia para cualquiera... pero... ¿y si el profesor lo hizo adrede? No. Él se veía tan sorprendido como Ethan. ¿Verdad?

—Dios... parezco un idiota.

Por cuarta vez esa mañana abrazó su almohada y se puso a rodar en la cama como un niño pequeño. Necesitaba saber qué hacer... necesitaba algo que le confirmara que no fue su imaginación todo lo que provocaron esas caricias. No podía ser el único que había sentido toda una revolución en el estómago cuando Byron lo tocó.

O tal vez sí.

Lo había tomado completamente desprevenido, ni siquiera supo cómo reaccionar, creyó que el profesor le estaba tomando el pelo o algo por el estilo.

Pero esas manos...

Dejó de moverse y por un momento cerró los ojos, tratando de recordar la sensación de sus finos dedos, la suavidad de sus manos y la delicadeza con la que lo había tocado. Todo le hacía cosquillas, y pequeñas corrientes se movían por los lugares que marcaron sus dedos. Nunca pensó que el profesor tuviese un tacto tan suave.

Sintió que abandonó su cuerpo en el instante en el que sus labios fueron tocados, y como no dejaban de mirarse, en algún punto se puso nervioso por la cercanía que se incrementaba.

Después se sintió algo decepcionado... porque si Simon no hubiese entrado...

Si... Simon... qué.

Alto ahí, Ethan. ¿Qué?

¿Si Simon no hubiese entrado? ¿¡Decepcionado!? ¿¡QUÉ DEMONIOS ESTABA PENSANDO!?

El casi-rubio se incorporó de golpe y con un mal movimiento se cayó de la cama aún envuelto entre las sábanas. Tuvo que aplicar todos sus conocimientos sobre contorsionismo para poder salir de esa trampa asesina.

Genial, ahora le dolía la espalda.

—¿Qué es lo que me pasa? —gimió dejando la cara en el frío suelo de madera falsa.

Se había puesto infernalmente feliz cuando acompañó al profesor, le gustaba pasar el tiempo con él y aprender pequeñas cosas sobre su persona, como por ejemplo que era mucho más joven de lo que pensaba y que también había estudiado en esa universidad.

Al principio se sintió traicionado. El profesor había dicho que no soportaba los métodos de ingreso de la universidad y sus exageraciones, pero si él era como el resto... a Ethan le molestaba un poco.

Conoció formalmente a la secretaria y, si debía admitirlo, era una mujer bastante prometedora. Irradiaba toda la amabilidad que la universidad nunca tendría, tenían suerte de tener una secretaria como aquella. Además, parecía tratar con mucha familiaridad al profesor Byron... eso fue lo que más le interesó a Ethan. De vez en cuando la señora Seller le hablaba como profesor, otras como si estuviese tratando con un niño. No pudo evitar preguntarse por cuánto tiempo ha conocido a Byron esa mujer.

Y después... se había enojado sin motivo por la mención del profesor Wild.

Se sintió casi eufórico cuando se enteró de que el profesor nunca se había aparecido por ahí con otro alumno, saber que él había sido el primero —y hasta ahora el único— realmente lo animó.

Hasta que se enteró de que el profesor Wild era su compañía habitual.

Solo una vez había visto a ese profesor, justamente en esa recepción, y precisamente junto a Byron. Cerca. Muy cerca. Además, el profesor se veía increíblemente relajado y cómodo con él.

M. Byron [The Teacher] - ¡Disponible en físico!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora