25. Apariencia engañosa

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Ethan dejó que su cabeza cayera con fuerza sobre la superficie de la mesa, ignorando que Simon lo miraba como si hubiese perdido lo poco que le quedaba de cordura.

—A estas alturas, prefiero no preguntar... —murmuró el de ojos castaños mientras continuaba su desayuno.

El casi-rubio suspiró, ni siquiera tenía ánimos para comer. La noche anterior se había llevado el susto de su vida cuando el profesor Wild lo descubrió en un muy incómodo momento con Byron y hasta ahora no sabía cómo habían resultado las cosas. Estaba asustado, pero no porque fuesen a delatarlos, si no porque Byron parecía sentirse muy culpable.

Comprendía que el asunto de su relación debía tratarse con la mayor discreción y que confiar en alguien en esta universidad era casi imposible, pero hasta Ethan podía comprender que se trataba de su mejor amigo. Si Sebastian había reaccionado en sobremanera cuando se enteró, no podía imaginarse al profesor Wild. Estaba preocupado porque no quería que Byron tuviese problemas con él.

Es por eso que ahora se encontraba como un barco navegando a mitad de la nada, sin ánimos de seguir avanzando. ¿Por qué no solo podían ser felices, compartir esa felicidad y disfrutar estar juntos? ¿Qué tan difícil podía ser eso?

Su relación parecía adoptar la forma de un arma de doble filo, en algún punto terminaban lastimando a alguien o se lastimaban a sí mismos.

Lo peor es que nada de esto tenía que ver con los secretos de Byron, era el hecho de que ellos mismos eran un secreto. Ahora que Sebastian y el profesor Wild lo sabían... ¿cambiaría algo? ¿O solo sería peor?

Y antes de seguir quebrándose la cabeza con tormentas en vasos de agua, un objeto helado se posó en su sensible nuca, haciéndolo brincar en su propio lugar.

—No puedes dormirte cuando ni siquiera han comenzado las clases, creí que tenías mayor resistencia —comentó Sebastian, ocupando su lugar en la mesa mientras Simon se reía—. ¿O es que anoche estuviste muy ocupado?

Ethan frunció el ceño justo cuando su rostro se enrojeció.

—¡Claro que no! ¡Y no estaba durmiendo! —se defendió, mirando de reojo a Simon, pero éste no tomaba enserio las palabras de Sebastian.

—Estaba perdido en Ethanlandia, créeme, pude haberme comido su plato de comida y él jamás se habría dado cuenta —dijo Simon.

—¿Ethan sin defender su comida? ¿Quién eres y qué has hecho con el enano? —inquirió el moreno algo burlón, pero Ethan solo puso los ojos en blanco mientras daba un largo trago a su bebida.

—Solo no tengo apetito y pronto será hora de irnos. ¿Dónde estabas?

—Anoche no pude dormir bien, así que preferí saltarme el desayuno para descansar media hora más y no estar durmiendo sobre la mesa, como tú comprenderás —acusó mientras le daba una mordida a la manzana que le había robado a Simon.

—Pero no te robes mi desayuno por eso...

—Yo tampoco dormí bien... —coincidió el casi-rubio, pero sus motivos estaban lejos de ser los mismos—. Pero podré descansar más tard-... —Ethan se detuvo a mitad de la frase cuando la molesta campana se escuchó por todo el comedor.

Los tres reprimieron un suspiro de cansancio, ninguno tenía el ánimo suficiente para continuar con las clases ese día. Después de unos meses, la universidad se convertía en un calvario y solo pensar que estarían ahí los próximos años podía llevar al suicidio.

Ethan ni siquiera se esforzó por seguir hablando, se sentía especialmente decaído ese día, así que lo mejor era no atrasar sus clases para que fuese más llevadero. Al menos el tener el cerebro ocupado lo ayudaba a dejar de pensar en esos abismos existenciales.

M. Byron [The Teacher] - ¡Disponible en físico!Where stories live. Discover now