12. Lluvia de recuerdos [Parte 2]

34.8K 3.4K 36
                                    

Le pareció que la oscuridad lo consumía, que se sumergía en un abismo sin fondo o que navegaba libremente en un agujero negro. Escuchaba frases que no tenían sentido, pero nunca lograba llegar hasta ellas, así que no las comprendió en lo absoluto.

Fragmentos de recuerdos se removían y se estrellaban contra su mente, no eran claros o siquiera visibles, pero por alguna razón cada uno de ellos le dolía, como pasar la mano por el filo de miles de agujas sin poder verlas. Por un instante pensó que su cuerpo se había levantado y se había movido por sí mismo, que había sacado fuerzas para decir unas palabras a alguien que no tenía idea si estaba ahí realmente, pero él sabía que en el fondo seguía dormido, aunque a ratos quería aferrarse a algo que le recordara que seguía ahí.

Cuando creyó que su necesidad de despertar se desvanecía, comenzó a escuchar una melodía que reconoció al instante. Se imaginó siguiendo la música hasta el lugar donde provenía, con el sonido del violín haciéndose más fuerte a medida que avanzaba, y sintiendo su cuerpo estremecer a medida que la intensidad de las vibraciones se hacía más fuerte. Sabía que, si quería volver a escuchar esa melodía, tenía que despertar, pero ¿qué era más importante? ¿Los recuerdos? ¿O la oportunidad de formar unos nuevos? A diferencia de todos los que atesoraba en la tristeza, el de su ángel violinista tenía un poder diferente: Podría volverlo a escuchar.

Y con ese sentimiento sincero, obligó a sus sentidos despertar.

Le costó hacerse consciente de lo que lo rodeaba, lo último que recordaba es que se había desmayado en uno de los pasillos en medio de una fina lluvia. Muy estúpido de su parte. Pero en lugar de sentir el suelo contra la cara y su cuerpo helándose, se encontraba en un lugar bastante cómodo, cubierto por una pesada y suave sábana con un agradable olor a jazmín. Estaba en su propia cama. Escuchaba la insistente lluvia golpear una de las ventanas de la habitación, el zumbido apenas perceptible del aire acondicionado y el pasar de las hojas de un libro. A Jeremy le gustaba ese sonido, era delicado y no le resultaba molesto, podía volver a dormirse escuchándolo. El único problema es que nunca dejaba libros abiertos.

No estaba solo en esa habitación.

—Demonios... —masculló mientras se frotaba los ojos— ¿Byron?

—Lamento que no sea así —dijo una voz al otro lado de la habitación, una muy diferente a la que esperaba—. Pero al menos ha despertado.

El rubio se alarmó al escuchar a un desconocido, y trató de incorporarse para mirarlo, pero le pareció que su cuerpo era tan pesado como una piedra, así que sus fuerzas flaquearon al instante, volviéndolo a tumbar en la cama. Ahogó un gemido de dolor al sentir las horribles punzadas que recibía su cabeza, era insoportable.

—Mejor no intente levantarse, se desmayará otra vez —comentó su acompañante, y esta vez pudo reconocerlo.

Oh no. No. No. No.

—¿Cómo entraste a mi departamento? —inquirió Jeremy con un nuevo tono molesto.

—Querrá decir cómo lo arrastré hasta aquí. Usted me dio la llave estando inconsciente, no es como si pudiera ignorar las órdenes de un profesor —aclaró el chico, escuchó que se incorporaba y comenzaba a caminar en su dirección.

El rubio bufó con una sonrisa sarcástica.

—Por favor Wayne, ignoras más de la mitad de lo que te digo todos los días, no me vengas con mierda moralista ahora —respondió haciendo un esfuerzo sobrehumano por sentarse en la cama, con la cabeza apoyada contra la cabecera de ésta—. ¿Estás aquí para chantajearme después?

—¿Eso le parece? No lo culpo, podría hacerlo, pero no tengo ningún interés en algo que usted tenga —respondió cortante, igual que Jeremy.

Ese comentario en especial hizo que el rubio se enojase.

M. Byron [The Teacher] - ¡Disponible en físico!Where stories live. Discover now