Deuda en el abismo

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El telón de la cólera en la sala estuvo a punto de caer, se podía sentir la necesidad de liberar la frustración a gritos, insultos y quejas. Todos estaban listos para renegar y levantarse de su asiento, amenazar al rector por la decisión tan imparcial, tan injusta. Pero nadie tuvo la oportunidad de moverse, el caos de las emociones se convirtió en un singular silencio que solo podía ser roto por palabras dispuestas a encontrarse con un maleficio.

—Es la mejor decisión —dijo finalmente Ferné.

—¿La mejor decisión...? —inquirió Michael Bloom, incorporándose del asiento con una parsimonia envuelta por la rabia—. ¿¡Cómo puede llamar a eso "lo mejor"!? ¡Estamos hablando del destierro de Haverville para los estudiantes, y usted castiga al profesor con una multa!

Los papeles que alojaba en sus manos, aquellos que antes habían tambaleado su seguridad en este juicio hasta proporcionarle su derrota, cayeron estrepitosamente al suelo. Nadie era capaz de acompañar su cólera y su protesta, Luke y Bruce estaban paralizados en su propio silencio, reflejando un futuro en el que sus padres los dejarían caer en la vergüenza por la desgracia que se había cernido sobre ellos, eran incapaces de aceptar que lo habían arruinado todo. Y Darrell... su consciencia había abandonado su cuerpo. Miraba perdidamente algún punto en la mesa, con un torbellino que amenazaba con tragarlo si se atrevía a pronunciar una palabra. Había soportado cada segundo esas miradas, incluso se había atrevido a enfrentar la de Byron un par de veces durante esta sentencia, pero oficialmente había agotado toda la reserva de cordura que tenía. Tras las palabras de Ferné, solo deseaba cerrar los ojos para no tener que volverlo a ver.

Ethan miraba a Simon con miles de preguntas, con la desesperación convirtiéndose en un nudo en su garganta, y con la mano a punto de extenderse para abogar por su inocencia. Pero él no se lo permitiría, lo sabía por la forma en la que le sonreía, como si todo fuese perfecto. Como si ninguno de los dos estuviese a punto de perder.

—Nuestro deber es hacer lo mejor para la universidad, y todas estas acusaciones repercuten en nuestra única misión —aclaró la cabeza del rector con seriedad, atravesando al abogado con la mirada—. No podemos permitir que el escándalo de su hermano o de la directora Lawrence salga a la luz, y el profesor Byron tiene cuentas pendientes con Haverville Rogers que debe cumplir primero. Le aseguro que su sanción tendrá seguimiento pero...

—Pero lo mantendrán aquí... —completó con sus nudillos blancos tiritando de rabia—. ¡Portegerán a este bastardo y cubrirán todo lo que ha hecho! —no se molestó en controlar su estridente tono de voz, el abogado Bloom había desaparecido para abrir paso a Michael, el hombre que defendería a capa y espada a su hermano menor—. ¿Es ese el único motivo que tienen para pisotear valores básicos? ¿El hecho de que le temen a un escándalo...? —inquirió antes de señalar a Byron con el índice— Si el profesor no se va a la cárcel, yo mismo me encargaré de hundir a Haverville Rogers, sin importar las consecuencias.

Ferné no titubeó al corresponder al desafío de su mirada, sabía mejor que nadie que aquella amenaza no era simplemente compañía del aire, los Bloom cumplían sus promesas, actuar en su contra ya era peligroso para la universidad. El resto de los miembros, si bien no estaban completamente seguros de lo que ocurría, confiaban en Ferné mucho más de lo que alguna vez lo hicieron en Lawrence.

—Inténtalo, Michael —sentenció Lasserre—. Nosotros no escatimaremos en gastos para callar a cada medio al que desees recurrir. La misma advertencia aplica para el profesor Byron si decide hacer público el incidente con Lawrence.

Magnus tuvo que contenerse para no proferir una nueva respuesta, cansado de pertenecer al limbo en el que todo lo que dijera podía ser utilizado en su contra. Este no era el momento para arriesgar mucho más de lo que había perdido, pero estaba de acuerdo con Michael: El juicio no podía terminar así. Inclusive Estefan imploró controlarse mientras miraba al abogado que ahora se arrepentía de haber elegido, y Lucian sentía un escalofrío recorriéndole la nuca constantemente ante el peso de los problemas que acarreaban sus pecados.

M. Byron [The Teacher] - ¡Disponible en físico!Where stories live. Discover now