M. Byron [Parte 3]

17.7K 2K 1.7K
                                    

Estoy seguro de que nada fue tan sencillo como lo recuerdo. Probablemente el calvario que puede reproducir mi memoria solo es la décima parte que logró sobrevivir, impregnada en lo más recóndito de la miseria.

Pero si hay algo imposible de olvidar, son las emociones.

Estefan Bloom resultó mucho más insistente de lo que pensé, lo único que buscaba con su cercanía era controlar todo lo que pudiese saber de mí. No confiaba en él, pero su compañía acarreó beneficios que hicieron de mi estadía en Haverville algo mucho menos trágico.

Tenía enemigos por todas partes, ojos que apuntaban siempre en dirección a mi espalda, a veces incluso volviéndome paranoico al atravesar los pasillos. Pero cuando cruzábamos miradas, cuando esas bestias me condenaban señalándome para añadirse a mi tortura y se acercaban con una repulsiva satisfacción... él aparecía.

—¿No deberías estar caminando en otra dirección, niño bonito? —saludó el rubio pasando su brazo por mis hombros de forma molesta.

—¿Por qué debería? Ya terminaron las clases... ¿qué haces aquí?

—Es viernes, así que vendrás conmigo.

Suspiré con pesadez, solo había pasado una semana desde lo ocurrido en la enfermería y él ya se creía dueño de mis horarios.

—No. Seguramente estarás con Evans, así que olvídalo —expuse tratando de zafarme de su agarre.

—No puedes evitar a Evans por siempre. Además, te sorprendería saber que es mucho más interesante de lo que parece, si le dieras una oportunidad te agradaría.

—Estás demente, Bloom. Y tienes un serio problema con tus gustos si consideras a esa bestia interesante.

—No tienes que ponerte celoso, a ti también te considero interesante —dijo con un guiño y un característico buen humor—. Acompáñanos. ¿Cuántas veces te han molestado esta semana? ¿Una? ¿Dos? Los rumores se esparcen rápido, es conveniente para ti que me vean a tu lado.

—En primer lugar, no estoy celoso porque no me "emociona" que me involucren contigo, y en segundo, no estás considerando la posibilidad de que Evans me odie mucho más de lo que eres capaz de controlar —expliqué mirando en dirección a los idiotas que antes me seguían. Efectivamente, habían desaparecido al verlo—. Estaré bien mientras me cuide las espaldas.

—Eres muy testarudo —dijo sin tomar ninguna de mis palabras enserio, simplemente me arrastró con él en dirección a su edificio—. No quería hacerlo, pero te prometo que te daré una paliza si no me dejas ayudarte. Y no deberías subestimar a Evans, lo conociste a mitad de una pelea estúpida, pero eso no quiere decir que él lo sea —argumentó casi ofendido.

—No tiene nada de malo que odie a Evans, pelearme con él está bien si puedo evitar al resto.

—El problema es que "el resto" no se dará por vencido cuando vean que él te golpea y yo te defiendo. Dejarán de tomarnos enserio a los dos, así que tienes que hacer las paces con él.

—¿¡Y por qué yo!?

—Dios santo, eres un niño...

Cuando llegamos a su dormitorio, el salvaje de ricitos estaba tumbado en el sofá como si el lugar fuera suyo, pero me sorprendió demasiado que estuviese leyendo... o más bien, estudiando. Cuando volteó a mirarme, su tranquilidad se desvaneció.

—¿¡Qué carajo hace ese enano aquí!?

—Este imbécil...

Por instinto y costumbre estuve a punto de acercarme a él para continuar con lo de siempre, pero Estefan me detuvo mucho antes de dar un paso.

M. Byron [The Teacher] - ¡Disponible en físico!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora