20. Vicent Lebrant

32.8K 3.3K 245
                                    

—Hace 10 años—

Hace mucho tiempo pensaba que la única forma de mantenerse a salvo de los demás, era demostrando ser superior a ellos. Siempre creí que, si dejabas entrar a alguien en tu vida, no debías darle el poder suficiente para destrozarla.

Pero siempre quise imaginar... ¿cómo sería entregarle a alguien todo?

—¡Evans patéalo, va a escaparse! —les gustaba gritar a esos idiotas como si estuviesen en un circo.

La víctima en el suelo se retorcía y se quejaba, el dolor en las costillas debía ser insoportable, en su boca había rastros de color carmesí que comenzaron a salir para mancharle el uniforme.

Ah pobrecillo... pero no era suficiente. Tenía que hacerlo pagar.

Lo levanté del suelo mientras reía, me gustaba ver sus rostros plagados de miedo mientras sus bocas suplicaban por piedad. Ni siquiera sabía el nombre de ese bastardo, pero era lo que menos me importaba, solo quería golpearlo hasta verlo desfallecer.

El chico de cabellos oscuros a mi lado bostezó mientras miraba con indiferencia cómo terminaba de golpear a mi antojo a ese costal humano.

—En cualquier momento vendrán por nosotros, termina con esto de una vez —me advirtió sin alarmarse, apoyándose contra la pared.

Y parecía que ese chico tenía una habilidad para predecir las cosas.

—¡Es la señora Seller, corran! —gritaron el resto de cobardes que nos acompañaban.

¿Y yo? Bueno, no había sido castigado esta semana. Una vez más no me mataría.

—Vete Byron, si te atrapan conmigo el viejo va a castigarte otra vez —le dije al de cabello azabache con una sonrisa burlona—. Terminaré pronto.

—No tardes mucho, me aburro en el almuerzo —accedió algo indeciso aunque lo fingiera, pero logró desaparecer justo a tiempo.

La secretaria del director llegó justo cuando noqueé al tipo y éste cayó al suelo como un muñeco de trapo.

—¡Jeremy Evans, deténgase ahí!

Así era el inicio de cada semana.

~*~

—¡Esto no puede ser posible! Tres reportes por agresión y seis alumnos visitaron el hospital con heridas de gravedad. Y ni siquiera sabemos si es la totalidad de lo que hace, señor Evans —alzó la voz el director bastante enojado—. ¿Qué más oculta?

—La cura contra el cáncer y que me masturbo dos veces a la semana.

—¡Evans, por Dios!

—Usted preguntó —respondí alzando las manos de forma descarada.

—¡Basta! Ambos sabemos que podría sacarte de la universidad en este instante —amenazó pasándose una mano por la cabellera que cada día estaba más opaca y gris—. Sin embargo, te daré una oportunidad.

—¿Otra? Que aguante tiene director, lo felicito, se la pasará en grande con el resto de los hijos de puta que abundamos en Haverville —le aplaudí con sarcasmo—. Bien, gracias por las buenas intenciones, me retiro.

—Estás alcanzando mi límite —advirtió, señalando que volviese a sentarme—. Tienes suerte de que no pueda enviarte a una correccional.

—Seamos honestos Rogers, no me sacas porque Byron así lo quiere.

—A este punto no me importaría encerrarlo contigo —expuso sin señales de dar su brazo a torcer esta vez.

M. Byron [The Teacher] - ¡Disponible en físico!Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz