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Abre los ojos en medio de la oscuridad sobresaltada al sentir un movimiento en su mejilla, como una leve caricia tímida

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Abre los ojos en medio de la oscuridad sobresaltada al sentir un movimiento en su mejilla, como una leve caricia tímida. El susto es rápido, tal vez demasiado, deja escapar un grito sordo y se incorpora para tratar de alejarse de la persona que está cerca de ella. Se golpea la espalda contra algo y tiene que detenerse. Su pecho sube y baja enloquecido por la adrenalina que recorre su cuerpo. Cuando sus ojos se acostumbran a la oscuridad, nota quien estaba a su lado.

—¿Went?

—Era hora que despertaras —bromea sin ningún tipo de gracia en su voz. Suena apagado, como si la última esperanza fuese una vela apagada por el viento en una tormenta. Molly trata de entender qué hace él a su lado y que hacen en una especie de celda—. No te muevas mucho, golpeaste tu cabeza al desmayarte. Ese maldito humo que usan los Guardianes me tiene cansado. Creo que tienes una herida importante en tu espalda.

—Ya lo creo —se queja Molly dolida, llevándose la mano a su espalda para sentir el dolor golpeándola de improvisto. Grita una vez más y no le importa cuando Went toma su mano tratando de aliviar el dolor. Aprieta su mano casi cortándole la circulación hasta que cree que ha terminado, jadea llena de dolor y trata de respirar nuevamente—. ¿No recordabas lo del humo?

—Sí, pero no puede decírtelo —advierte Went sin soltar su mano. Molly trata de alejarse, pero él aún no la suelta ni deja que lo haga—. Tenías que ser mi prisionera, sabe que si te veían caminando a mi lado no iba a ser una buena idea. Cuando hablábamos vi que estábamos pasando por el lugar del humo. Yo soy inmune a él.

—¿Cómo eres inmune a un humo?

—Cuando eres Guardián te inyectan cosas raras, Molly, no quieres saberlo —le dice sin muchas ganas de contar más sobre eso—. Caíste inconsciente en mis brazos y te llevé hasta la entrada de la ciudad. Unos Guardianes nos encontraron, los que había visto, y nos llevaron en su jeep. Pero cuando entramos a la ciudad, el jefe no nos creyó.

—¿En qué sentido no nos creyó?

—Dije que te había atrapado y que por fin iban a tener en sus manos a Molly Davies —explica soltando finalmente la mano de Molly. Ella se siente abandonada cuando lo hace , el frío llega al instante y se frota los brazos tratando de darse calor. Está lejos de Went, pero gracias a la pequeña ventana arriba del lugar en el que están, puede ver su perfil en la oscuridad—. Pero no me creyeron. Dijeron que había estado demasiado tiempo ausente, que ya no era parte de ellos. Creyeron que me habías contagiado. Ellos realmente no comprenden cómo funcionan ustedes, piensan que también es un virus.

El silencio llega y Molly se pregunta qué parte es verdad y que parte mentira. La voz de Went suena sincera, aunque una vez más puede notar un tono de culpa, como si eso no fuera lo planeado. Suspira apoyando su frente en las rodillas flexionadas tratando de no moverse tanto por el dolor en la espalda.

—¿Y no tienes familiares o alguien... que pueda confirmar que eres uno de ellos? —pregunta Molly tratando de conseguir una forma de escapar de esa situación—. ¿Dónde estamos?

Farewell City [Farewell City #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora