Veneno.

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Nunca ha vivido aquello, pero puede tomar nota de la situación para una próxima oportunidad

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Nunca ha vivido aquello, pero puede tomar nota de la situación para una próxima oportunidad. Cuando el veneno de un animal comienza a entrar en el cuerpo, las cosas se vuelven un tanto extrañas. Veía muchos rostros, diferentes en todo sentido. Algunos lucen preocupados, otros ríen, otros lloran. Pero Molly no reconoce ninguno, ni le resultan familiares. Todos parecen haber sido invitados a una obra de teatro dramática donde se observa desde arriba la situación.

Un rostro en especial aparece constantemente frente a ella y es el único que le resulta agradable. Es una mujer, con un rostro bonito y algo familiar. Su sonrisa es confiable, sus ojos claros demuestran que ella está en buenas manos ante su bondad. Su cabello rubio brilla con las luces demasiado blancas. Con el tiempo, comprende que es una enfermera (o doctora, algo con respecto a la enfermería) y que se encuentra tratada en la enfermería del Cuartel.

Los recuerdos llegan con lentitud, perdiéndose entre sí y peleando por ser reales. El beso de Went, War, Athena herida, la pantera. Todo vuelve y cuando abre por fin los ojos, sintiéndose al sentirse un poco mejor, entiende qué ha sucedido.

La mujer rubia aparece, con la misma sonrisa confiable que ella ha visto en sus delirios constantes. Es una doctora, como Molly ha supuesto, y cuando observa el lugar en el que está confirma que es esa enfermería que ha visitado una vez. Salvo que ahora está vacía, solamente una cama está ocupada, aunque Molly no llega a ver quién es su afortunado compañero.

—¿Cómo te encuentras? Has estado delirando por dos días, Molly —le dice la mujer, la chica supuso que ha perdido parte de la coherencia cuando comienza a hablar. Trata de sonreír, aunque siente hasta costoso aquello—. Trata de no hacer mucho esfuerzo, puede ser un gran avance.

—¿Qué sucedió?

Veneno. Went está en lo cierto. Nunca se imagina que eso pueda suceder, pero lo primero que le llega a la cabeza es la imagen de Athena inconsciente. A pesar de las quejas de la mujer, Molly se pone de pie tratando de caminar hacia la camilla a su lado. Quiere rogarle a un cielo que no conoce, a un Dios en el que pocos creen, que aquella persona que está en la camilla no es Athena. Pero cuando se acerca, sus temores se hacen realidad y observa a su compañera descansando como si el sueño no le dejara volver. El mundo comienza a moverse bajo los pies de Molly y por momentos cree que era una especie de sismo. Pero no, es ella. Cae al suelo de rodillas, golpeándose fuerte contra los azulejos de la enfermería.

Es su culpa. Ella había obligado a Athena y ahora puede morir. No le gusta llevar la culpa sobre su espalda, pero esta vez siente que ha asesinado a su compañera, a la única amiga que ha tenido en mucho tiempo.

Quiere llorar, pero cuando se lo propone no encuentra las lágrimas. Se avergüenza de su intento, odiándose en el instante en que llama a las lágrimas. Ellas son el último recurso de alguien desesperado, la afirmación completa de la perdición en un ser humano. Al mismo tiempo, es la salvación para los Iluminados, la bandera blanca frente a los Guardianes. Los Iluminados lloran para demostrar que están vivos, que aún sienten. En ese momento las lágrimas no llegan y se pregunta el porqué. Moritz le había enseñado a no llorar por causas sin sentido, le explicó que las lágrimas se guardaban para momentos indicados. Pero, aun así, Molly nunca ha aprendido aquello. Es una llorona sin retorno.

Farewell City [Farewell City #1]Where stories live. Discover now