Sexto

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El resto del día lo pasé encerrada en casa.

Lo que normalmente eran mis domingos de hacer ejercicio, ordenar el apartamento y sentarme a ver películas se habían reducido a estar tirada en el sofá pensando en lo que había sucedido. Michael me dejó una horrible marca en el brazo a causa de su agresivo agarre y la mente vuelta un desastre tratando de averiguar qué era lo que pensaba hacer en mi contra.

Finalmente, me había dado por vencida, y después de bañarme me dejé caer en la cama esperando que la noche me engullera y que el inicio de semana mejorara todo.

Pero eso no pasaba en la vida real.

La semana empezaba y por primera vez odiaba los lunes. O más bien odiaba a Michael por arruinar mis lunes.

La llamada de Andrew, el director de la emisión, a las nueve de la mañana me sorprendió, pero me sorprendió aún más que me citara en el canal. 

En el edificio principal. 

En la oficina del director de las noticias. 

Eso no me daba buena espina.

Charlie me saludó con amabilidad a la entrada del canal, pero noté su expresión tensa y su mirada evasiva. Si no fuera porque iba con el tiempo preciso, le hubiera preguntado la razón de su actitud.

Pronto, la idea de que la reunión fuera privada empezó a esfumarse al sentir las miradas de todos sobre mí, evaluándome con descaro y murmurando entre sí.

Miré de manera cuidadosa mi aspecto, creyendo por un momento que de nuevo me había equivocado con el color de los zapatos, o que traía una prenda puesta al revés, o que llevaba mal abotonada la camisa de seda... ¡pero estaba impecable! Así que tenía que ser otra cosa.

¿Acaso había nueva información en los periódicos?, me pregunté.

Llegué al piso de administrativos y la secretaria me hizo pasar a la oficina principal. Andrew y Richard, el director del noticiero, esperaban sentados el uno frente al otro. La conversación que tenían se detuvo tan pronto me vieron en el umbral.

—Pasa, Evangeline —invitó Andrew.

Me acerqué y me senté en la silla junto a él, frente al escritorio en el que estaba Richard.

—¿Sabes por qué te llamamos? —preguntó.

Mi mirada se paseó entre ambos. —En realidad, no. Ni idea. —Richard suspiró pesadamente y dejó la barbilla apoyada en su mano sin dejar de mirarme.

—¿No has revisado las redes sociales hoy? —habló por fin.

Fruncí el ceño. ¿Por qué me preguntaba eso?

—No. Suelo hacerlo mientras me maquillan antes de entrar a stand —respondí.

Los hombres intercambiaron una mirada que no me dio buena espina.

—¿Sucede algo? —quise saber—. ¿Qué hay en las redes?

La expresión de ambos pasó de lo que me parecía preocupada a avergonzada, confundiéndome aún más.

—Creo que deberías verlo por ti misma —repuso Andrew y Richard asintió en apoyo.

Mis ojos se pasearon por ambos de nuevo antes de sacar el celular de la bolsa y entrar a las redes. Deslicé mi dedo bajando entre las fotos, publicaciones y noticias del día sin notar nada raro. Espié a los dos con cautela y descubrí que el señor Richard se había inclinado en su lugar hacia adelante y Andrew estaba atento a mis movimientos. Seguí mirando, ya con aburrimiento la pantalla del celular hasta que algo llamó mi atención. Una famosa página de noticias había publicado una nota y mi rostro aparecía en la fotografía. Leí el pie de la imagen.

La caída de EvaWhere stories live. Discover now