James permaneció con la cabeza gacha y pasando las manos por su cabello una y otra vez hasta que la impaciencia se empezó a adueñar de mí. Clarisse seguía distraída, hablando por teléfono con quien fuera que lo estuviera haciendo, así que me acerqué un par de pasos en su dirección y hablé.
—¿Estás bien?
Levantó el rostro con detenimiento y me miró, en sus ojos era palpable el alto estado de incomodidad que sentía en esos momentos. Incomodidad y vergüenza.
—Yo no sab...
—Siento haberme ido de esa manera, pero era uno de mis jefes —interrumpió Clarisse apareciendo de nuevo a nuestro lado.
Me obligué a quitar la mirada de los ojos de James y la posé en ella.
—¿Algún problema?
—No, solo algunas responsabilidades que me habían asignado —respondió quitándole importancia, sus ojos se pasearon entre James y yo, y pareció descubrir la tensión en el aire—. Pero bueno, solo venía a saber cómo te había terminado de ir en la fiscalía.
—El fallo resultó a mi favor.
—¡Excelente! —Su sonrisa saltó volviéndose más ancha—. Me hubiera encantado verle la cara a ese imbécil —añadió con sorna—. Ya vas a ver como las cosas empiezan a ir para arriba, Eve. —Su mano acarició mi brazo con suavidad—. Ahora los dejo, debo regresar a la revista. Te llamo más tarde para que me cuentes los pormenores. —Acercándose me abrazó a modo de despedida—. Me dio mucho gusto verte, James —habló dirigiéndose a él, quien levantó la mirada con educación y sonrió mínimamente. Clarisse sonrió aún más y nos miró otra vez—. No saben cómo me encanta verlos juntos, ¡se ven tan bien! —Sin decir más, caminó hacia su auto y se marchó.
Un denso silencio se acomodó de nuevo entre los dos, y sabiendo perfectamente que James no se sentía nada bien con lo que acababa de suceder, quise ayudarlo.
—Podemos subir a mi apartamento y tomar algo, eso sí, si quieres explicarme —propuse.
El rostro de James reflejó su sorpresa. —¿Quieres que te explique?
Sonreí y asentí. —Si tú quieres...
—¡Por supuesto! —dijo con rapidez—. Creo que necesitas una explicación —añadió. Asentí y con un ligero movimiento de cabeza lo invité a entrar.
***
La dulce limonada cayó sobre los cubos de hielo mientras terminaba de servir hasta el borde antes de tomar ambos vasos y llevarlos al balcón del apartamento en el que James me esperaba moviendo una de sus piernas con ansiedad.
Poniendo el vaso frente a él, me senté a su lado sin dejar de mirarlo, en búsqueda de intimidarlo para que se decidiera a hablar. Finalmente me miró y suspiró con pesadez.
—Eve, no sabes cuánto lo siento. —Rascó su cabeza con incomodidad—. Jamás me hubiera imaginado que conocieras más a Clarisse que por su relación de trabajo, las cosas se salieron ese día de control y si hubiera sabido que tú y ella eran mejores amigas nunca hubiera pasado lo que pasó. De verdad no sabes cuánto lo siento, me avergüenza tanto esto —habló con rapidez, de manera apenas entendible, dejándome pasmada por un segundo.
—Eh... No sé qué decirte —confesé. Jamás creí que se viera tan afectado por aquello.
Bufó con frustración. —Evangeline, creo que esto sí no tiene explicación. Ni siquiera una absurda. —Relamió sus labios con tensión y me miró con seriedad—. Entendería perfectamente si decides que debemos dejar de salir luego de esto —añadió.
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La caída de Eva
ChickLitEvangeline Dieppa, una moderna periodista de 28 años, era la presentadora principal del noticiero en el canal de televisión más visto por los ciudadanos. Conocida y respetada a todo lugar al que iba por colegas, amigos y familiares, tenía una vida l...