Trigésimoprimero

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Las comprometedoras imágenes no dejaban de aparecer en mi cabeza aun cuando la televisión permanecía apagada.

El programa de chismes había pasado más de quince minutos discutiendo acerca de la primicia de Michael, y mostrando una y otra vez varias fotografías que demostraban la veracidad de su información. Las fotos mostraban, con una claridad pasmante, a Mike junto al diseñador, en lo que parecía ser un camerino, muy juntos y acaramelados. Es más, una de las fotos dejaba entrever fácilmente lo que sería un beso bien dado entre la pareja, y más allá de impactarme el descubrir la verdad acerca de aquel rumor, lo que me sorprendía era que alguien hubiera conseguido esas imágenes.

¿Cómo? Se suponía que al evento no dejaron entrar ningún periodista o paparazzi.

Mi mente corría al cien intentando pensar en las posibilidades. No era como si me importara mucho lo que pasara con Michael. 

En realidad, me importaba muy poco, pero no podía dejar de pensar en ello.

—¿Te imaginas quien pudo haber sido? 

La suave y aterciopelada voz de James logró distraerme de mis pensamientos, y mis ojos se encontraron con su figura frente a mí, justo en la otra esquina del amplio sofá.

Luego de la impactante noticia, nuestra prometida sesión de besos y caricias quedó aplazada por el momento, y poniéndome la ropa interior me dejé caer en el cómodo sillón de su habitación permitiendo que mi mente se concentrara en analizar lo que acababa de ver en el televisor. James me había acompañado segundos después, recostándose en la otra esquina y acomodando mis piernas sobre su regazo.

—No tengo la más mínima idea, y eso me perturba —confesé.

Su mirada dejó entrever que aquel comentario no le cuadró del todo. —¿Te preocupa lo que pueda pasarle a ese tipo? —preguntó con expresión seria.

—No necesariamente —aseguré—, es solo que no me da buena espina que eso se haya filtrado, ya viste que me mencionaron varias veces, y eso no hace más que involucrarme. Temo que me culpen de haber sido el artífice del chisme.

Sus hombros se relajaron con evidente alivio y su rostro se tornó pensativo. —No lo había pensado de esa manera —susurró—, pero no creo que puedan vincularte con ello. Yo estuve contigo casi toda la noche.

—Casi —resalté—. Recuerda que también hablé con él —repuse arrepintiéndome de haberle aceptado la conversación al idiota.

—Pero es obvio que durante esos minutos no sacaste las fotos.

—Pero de eso solo estamos seguros tu y yo —repliqué, empezando a sentir malestar con aquello.

James hizo una mueca, reconociendo que tenía razón en preocuparme. —A ver, primero que todo, estás muy lejos. —Con un ligero gesto y una atractiva sonrisa me invitó a su lado. Sonreí de medio lado y gateando me acomodé entre sus piernas, pegando mi espalda a su cálido pecho, sus brazos no tardaron en rodearme y un pequeño beso retumbo en mi oído—. Segundo, no nos adelantemos a las cosas, Eve. Aún no sabemos qué vaya a suceder, y hay muchas probabilidades de que no te involucren para nada. No te mortifiques por ello, ¿sí?

Suspiré y asentí, cerrando los ojos ante la suave caricia que la respiración de James hacia sobre mi cuello, obligando a mi cabeza a no preocuparse.

Pero mi cerebro era un testarudo.

***

Recibí con alegría el suave golpe del agua en mis pies, y empecé a caminar deleitándome en la caricia de las pacificas olas que llegaban y huían divertidas una y otra vez. El sol estaba en su máximo punto al medio día, y el sonido proveniente de los bafles a unos metros de la orilla inundaba el ambiente festivo e íntimo.

La caída de EvaWhere stories live. Discover now