Decimoquinto

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El lunes comenzó con la asistencia al primer llamado del tribunal por la demanda que establecí en contra de Michael.

La cita estaba dispuesta para las nueve de la mañana, así que había pedido permiso en la revista para asistir y no se había dado mayor inconveniente. Clarisse estaba dispuesta a acompañarme, pero la audiencia iba a ser privada así que en la sala solo estaríamos Michael, yo, nuestros abogados, el juez y por supuesto la persona encargada de transcribir todo. Mis padres habían insistido en querer hacerse presentes también, pero finalmente les convencí de que no era necesario. La verdad era que temía que Michael empezara a hablar estupideces que pudiera hacerlos sentir mal. 

Era más que suficiente con lo que ya había sucedido.

Los cuatro abogados que el canal había puesto a mi alcance me acompañaron tan pronto me vieron bajar del taxi.

—Señorita, debemos prevenirla de algo importante —habló uno de ellos mientras entrabamos al juzgado.

—¿Sucede algo?

—Tal parece que algunos medios de comunicación se enteraron de la citación —respondió otro de los abogados, me detuve de golpe—, hay algunas cámaras afuera de la sala.

¡Lo que me faltaba!

—¿Y cómo se enteraron? —pregunté con molestia.

—No lo sabemos.

Pues ya creía que tenía la respuesta a mi propia pregunta, pensé mientras llegaba a la sala y me encontraba con las cámaras y la odiosa presencia de Michael sonriendo con burla.

Sin pararme a prestar atención a las preguntas que me hacían los reporteros, o al ficticio saludo que me brindaba Michael, entré a la sala seguida de los abogados. Michael y sus abogados también se unieron a nosotros y el oficial encargado de la puerta la cerró dejando a las cámaras del otro lado de la sala. Todos tomamos asiento en las largas mesas con micrófonos instalados frente al estrado mientras que el juez terminaba de darle indicaciones al joven que se dedicaría a tomar nota de todo. Minutos después, el hombre se enderezó en su lugar.

—Buenos días, hoy nos encontramos en la sala ocho del juzgado perteneciente a la Fiscalía General del Estado con el fin de evaluar el caso 0711 —inició leyendo una hoja de papel en sus manos—. Evangeline Dieppa estableció una demanda en contra de Michael Brown por violación de intimidad. —Abrió la carpeta que tenía sobre su mesa y procedió a leer—: el día 13 de febrero del presente año empezó a difundirse por diversas redes sociales un archivo de video en el cual aparecía la señorita Dieppa involucrada en una situación de carácter íntimo —Cabeceé con creciente molestia. Aun no podía creer que aquello estuviera sucediendo—, el archivo parecía no tener un origen conocido. El día 14 de febrero del presente año los abogados pertenecientes al Grupo Tolosa, actuales representantes legales del Canal televisivo CNT y en nombre de la señorita Evangeline Dieppa presentaron una demanda acusando al señor Michael Brown de haber sido el responsable de que el video apareciera en las redes sin consentimiento de la directamente involucrada. —Sus ojos se levantaron de la carpeta y recorrieron el pequeño salón con rapidez hasta detenerse en la mesa de Michael—. Imagino que el señor Brown tiene algo que declarar.

—Así es, Su señoría —dijo el abogado principal de su mesa antes de mirar a Michael.

—Su señoría, espero que esté usted teniendo un excelente día —empezó y no pude evitar rodar los ojos ante su fingida amabilidad—. En realidad, no es mucho lo que tengo que decir más que se me está acusando injustamente. Yo no fui quien plantó ese video en la internet.

Uno de los abogados a mi vera me detuvo de ponerme en pie y llamarle mentiroso. 

¿Cómo se atrevía a decir aquello? ¡Por supuesto que había sido él! 

La caída de EvaWhere stories live. Discover now