Capítulo 8

274 37 35
                                    

Zac me mira con demasiado detalle y de forma involuntaria ajusto la toalla alrededor de mi cuerpo. Desvía la mirada y una vez más me tiende el teléfono.

—No deberías abrir la puerta así —dice mientras tomo el aparato.

—Creí que eras Garrett. —Él asiente—. Voy a vestirme.

Y sin dejar que conteste siquiera me adentro en mi habitación a toda velocidad. Mi corazón late a un ritmo sobrenatural e intento controlarlo lo más que pueda para evitar que perfore mi pecho.

¿Qué hace aquí? Sabía que me lo iba a encontrar en algún momento porque tarde o temprano íbamos a tener que aclarar las cosas entre nosotros, pero no lo esperaba tan pronto. Es mejor cortar todo de raíz, ¿cierto?

Sacudo mis pensamientos y abro mi armario para buscar mi ropa. Me ajusto los jeans y el suéter de lana para luego salir hacia mi sala de estar. Zac se levanta como un resorte cuando me ve y no puedo evitar voltear los ojos de forma dramática.

—Deberías relajarte, solo vamos a hablar —murmuro—. ¿Quieres algo de beber?

Él me mira como si fuera otra persona, pero reconozco que ambos nos comportamos mal anoche y lo único que sé es que quiero terminar con todo esto. Cuando voy a preguntar de nuevo, camina rápidamente hacia mí y me hace retroceder en el proceso hasta que choco con la pared. Estoy a punto de replicar y rogarle que me de mi espacio personal, pero parece que todo pensamiento coherente ha sido drenado de mi cabeza y solo sus ojos son el foco de toda mi atención. De repente da un paso atrás, toma mi brazo y levanta la manga, revelando así, las marcas rosáceas que me provocó la noche anterior. Su mirada se queda fija en esa área hasta que me aparto y me cubro de nuevo.

—No tienes ni idea de… —suspira—. De lo mucho que lo siento.

Su voz entrecortada me rompe el alma y sin saber bien lo que estoy haciendo, lo abrazo. No sé en que estaba pensando y cuando el arrepentimiento comienza a dominar mis sentidos, sus brazos me rodean con fuerza e incluso lo siento temblar. Su perfume inunda mis fosas nasales y cuan familiar se me hace. Lo he extrañado tanto que se me hace difícil de explicar, pero sé que esto no es correcto por lo que me aparto de él con suavidad y pongo un poco de distancia entre nosotros.

—No te preocupes, sé que no fue tu intención —digo intentando no romperme frente a él.

—Pero eso no justifica lo que te hice, Em —musita con molestia—. Sabes que jamás te lastimaría, ¿verdad?

Su pregunta desesperada me oprime el corazón y mis ojos comienzan a picar. Sé bien que él jamás me pondría un dedo encima, Zac fue quien me enseñó lo que valgo y quien me protegió cuando pasaba por mi peor momento. Tengo muy claro de lo que es y de lo que no es capaz de hacer, pero sé que necesita oírlo de mí.

—Lo sé, Zac. Sé que no lo harías.

—Em…

Su mano acaricia mi mejilla y mi piel se estremece ante el simple contacto. Sé el efecto que tiene en mí, como también sé que, si no lo detengo, voy a olvidar todo lo que pasó anoche y esa no es una opción para mí.

—Asumo que no viniste a esto —murmuro dando un paso atrás.

El gesto triste que aparece en su rostro me desestabiliza, pero no voy a dejar que me toque un pelo hasta que no me aclare las cosas y eso incluye a la zorra de Camile.

—Tienes razón, yo quería disculparme por cómo sucedieron las cosas anoche. No sabía que estarías ahí y eso me chocó bastante. No sabes lo que fueron estos meses para mí, Em.

Pareciera que un robot se metió dentro de su cuerpo por el tono monótono que usó al pronunciar esas palabras. Como si hubiera practicado esa estrofa barata por horas.

ReaLove ©Where stories live. Discover now