Capítulo 23

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Había olvidado los asquerosos olores que se inundan en estos eventos. Sin importar lo profesional que sea el nivel, el ambiente sigue siendo oscuro y húmedo. No entiendo cómo es que a Garrett le fascina tanto este tipo de deporte y saber que a Jeremy también le gusta, me hace ver que tienen otra cosa más en común. Los dos parecen niños en dulcería, todo les fascina y asombra. Yo, por otro lado, intento borrar la cara de vinagre que seguro tengo y recordar que amo mucho al hombre que va a salir a pelear. No me dejaron verlo antes de que salga y saber que Camile si está dentro del vestidor, aumenta mi mal humor. Las imágenes que crea mi cabeza me hacen resoplar y es cuando Garrett se percata de mi mal genio.

—No digas nada —mascullo, en cuanto se acerca.

—Está bien sentir celos, preciosa, más sabiendo que la zorra lo quiere embaucar.

Los ojos de Jeremy se abren de más al oír las palabras poco amistosas de Garrett y no puedo evitar que una sonrisita de fastidio pinte mis labios. Sé que Jeremy sabe todo con respecto a mi telenovela, pero me de igual modo me resultan adorablemente graciosas sus expresiones de asombro.

—¿Ella es tan mala? —Su pregunta llena de inocencia me hace sentir más ternura de lo normal.

—Ya te había dicho que es una maldita bruja —dice Garrett, pero Jeremy espera a que yo responda.

—Lo es, le rompió el corazón a Zac hace un par de años y huyó como una cobarde. Cuando vio que Zac tenía reconocimiento por lo que hace, lo buscó y dice estar enferma, pero no hay peor enfermedad que la mentira. No importa si se está muriendo, nada cambia lo que hizo y la forma en que lo hizo. Es una mala persona y ahora está pagando por sus acciones.

—Diablos, Garrett me había comentado algo, pero no tanto así.

—¿Lo ves? No fui muy detallado. —Mi amigo me regala un guiño y volteo los ojos.

―¿Sabes algo del oponente de Zac?

―Sé que se llama J algo. ―Lo miro ceñuda―. Es de esos que tienen nombres con solo dos letras, se cree perro.

Jeremy lanza una sonora carcajada y no puedo evitar reír también. La risa es buena y me hace olvidar, por muy poco, que veré como el que se cree perro va a golpear a mi novio. Estoy aterrada y quiero verlo, malditos sean todos en este lugar.

—¿Señorita? —Me volteo y veo a un hombre grande con traje negro—. Reed demanda su presencia o no peleará ―dice y elimino todos mis pensamientos anteriores.

Los tres miramos sorprendidos al hombre irritado y sin hacerlo esperar más, asiento con la cabeza y lo sigo a toda velocidad. Volteo y veo a la parejita con sus pulgares arriba en señal de emoción. Sonrío y parte de mi mal humor se disipa. El gigante da un par de giros por el lugar y lo sigo cual idiota que no sabe por dónde va. Entonces escucho la voz iracunda de Zac, sus gritos atraviesan la fina puerta que lleva su nombre y el hombre se para por fin.

—Pase, antes de que mate a alguien.

Asiento sin decir una palabra y giro el pomo para revelar la escena ante mí.

—Ya está en camino, Reed...

—¡Ella es mi novia! ¡Quiero saber quién mierda le dijo que no podía estar aquí!

Sus gritos de furia me erizan la piel y el hombre frente a él se ve tan asustado que parece que va a desmayarse.

—Zac —lo llamo y voltea con velocidad.

—Em... —exhala y su gesto se relaja, al igual que el del hombre a quien le estaba gritando.

En dos segundos lo tengo frente a mí y mi cuerpo no tarda en reaccionar. Lo observo sin poder creer que pueda perder los papeles con tanta facilidad para recuperarlos un instante después. Sus brazos me rodean y dejo caer mi mejilla en su hombro. Respira con cierta agitación y aunque no me lo haya dicho, sé que está nervioso por esta pelea. No comprendo del todo el deporte, pero sé que su patrocinador no es fanático de que Zac noquee en el primer round. Yo prefiero eso un millón de veces antes de que siga agotándose y recibiendo golpes. Mi chico se aparta lo suficiente para unir sus labios desesperados con los míos. Toda la nube negra que me había rodeado, se termina de desvanecer y me pierdo en los movimientos suaves de su boca sobre la mía. Todo es perfecto y el calor de mi piel lo sabe, hasta que oigo un carraspeo bastante molesto que me hace apartarme de su toque.

ReaLove ©Where stories live. Discover now