Capítulo 18

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Zac

Creo que nunca viví un silencio tan incómodo como el de ahora y soy capaz de admitir que me siento intimidado por eso. El hermano de Em es... ¿cómo decirlo? No sabría elegir una palabra correcta sin que suene ofensivo, así que es mejor guardarme mis opiniones. Solo sé que desde que nos subimos al auto no ha pronunciado ni una puta palabra, pero se ha cantado todas las malditas canciones que emite la radio y las ganas de apagarla crece cada vez más en mi interior.

Me estaciono en un bar estilo restaurante al que ya he venido antes con Ethan y me repito mentalmente que hago todo esto por Em. Si no estuviera loco por esa chica, juro que ni siquiera me fijaría en si tiene familia, pero sé lo importante que son para ella y quiero hacerla feliz.

Todavía no puedo creer que me haya dado una oportunidad y estoy aterrado hasta la mierda porque no soportaría que me vuelva a dejar si cometo una estupidez. Anoche no esperaba que me abriera la puerta siquiera y me gusta saber que ella desea estar tan cerca de mí como yo. Ahora ya no puedo evitar sentirme más que feliz, sé que necesita ir lento y que le dé más espacio, pero esto es mucho mejor que estar en la banca. No dormí casi nada, no le mentí en eso, pero fue porque quería observarla a ella en su estado de paz total. Sus respiraciones pausadas por la tranquilidad del sueño y su cuerpo pegándose al mío para sentir mi calor. De acuerdo, la regla de no tener sexo me va a enloquecer y no puedo cambiar esas cartas. La molesté con lo de hacer el amor y amé ver el sonrojo de sus mejillas, todo de ella me fascina a un nivel imposible de explicar. Tendré que aguantar mis deseos primitivos de querer poseerla en cualquier lugar que estemos y en mi opinión, esa es la pelea más difícil que he tenido hasta ahora, aunque si el premio es su confianza de nuevo, estoy más que listo para tolerarlo.

—¿Vas a bajar del auto?

La voz de mi "cuñado" me saca de mi trance y cuando lo miro, ya está fuera del auto esperando a que yo lo siga. Salto del coche y lo sigo al interior del local, aún sin decir una sola palabra. Será una larga tarde sin dudas.

—Escucha —dice, sorprendiéndome en el proceso—. Sé que nunca compartimos más de dos palabras como para congeniar, pero mi hermana está loca por ti y si eso es lo que la hace feliz, estoy dispuesto a intentarlo, ¿qué dices?

Estira su mano con la intención de estrecharla y reprimo una sonrisa lo mejor que puedo. Quizá no sea tan malo después de todo, solo hay que intentarlo y darnos cuenta de que nos tira el mismo propósito... La felicidad de Em.

—De acuerdo.

Aprieto su mano y él sonríe. Ambos pedimos una cerveza y nos concentramos en el partido repetido que pasan en la pantalla del bar.

—¿Cómo va el boxeo?

No puedo evitar reír ante su nerviosa pregunta, porque me doy cuenta de que intenta romper el tenso silencio que de alguna manea sigue entre nosotros.

—Más que bien, tengo otra pelea importante el próximo sábado.

—A Em no le gusta. —Lo miro sorprendido y él se encoge de hombros de manera despreocupada.

—¿Eso te dijo?

—No, pero es mi hermana y jamás le gustó presenciar la violencia. Sé que te ha ido a ver alguna que otra vez, pero solo porque le gustas tú sin camiseta o de alguna otra forma, no aguantaría más de dos puñetazos.

Lanzo una carcajada ante esa explicación lógica. La idea de que Em vaya a mis peleas solo porque estoy sin camiseta es una estupidez ya que puede verme de esa manera cada vez que ella lo desee. Me desnudaría en cinco segundos si me lo pidiera, pero ese no es el punto.

—Sus cervezas, chicos.

La camarera nos entrega el pedido y también nos regala un descarado guiño que, asumo, fue para cualquiera de los dos. Aiden ni siquiera la registra y me alegra decir que yo tampoco.

ReaLove ©Where stories live. Discover now