Capítulo 14 | Terapia

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—Dime, Carolina, ¿como te sientes? —la doctora me pregunta. Hago un chequeo mental a mis pensamientos para ver realmente cómo me siento.
Estos últimos días habían sido un caos. La llegada de Kayler, el supuesto exilio, las manadas detrás de mi, ahora que Kayler ya sabe la verdad... son tantas cosas.

—Estoy... un poco tensa por ciertas cosas que pasaron —respondo sincera. Estoy acostada con las manos descansando en mi estómago. Me gustaba venir aquí y hablar con ella, me hacía sentir que liberaba mucho. Y este lugar me daba tranquilidad.

—¿Y que cosas pasaron? —inquiere.

—Kayler volvió —dije sin más.

—¿Y eso te afecta?

—Por supuesto. Que volviera me hace revivir tantas cosas. Ya sabe la verdad sobre Rafael. Ellos dos se pelearon y Rafael se fue para siempre. Ahora Kayler quiere volver conmigo.

—¿Y tu quieres volver con el?

—No lo sé... muy en el fondo me muero por regresar con el pero...

—No lo perdonas aún —termina por mi.

Ella sabía toda la historia desde un inicio.

—No. Y a veces quiero perdonarlo pero mi orgullo no me lo permite.

—Ya habíamos hablado del orgullo, Carolina, no es bueno que dejes que tu orgullo te impida hacer cosas que realmente quieres de corazón.

—Pero Kayler me abandonó dos veces y desconfió de mi. Eso me duele mucho aún.

—La primera vez fue para protegerte me dijiste —comentó—la segunda vez lo cegó el odio y los celos. ¿Ha hecho otras cosas que te desilusionen?

Lo pensé. Quizás el andar con Piper pero ni siquiera sé si ellos andan o no. Aunque si me estuviera diciendo o insinuando que volvamos es porque no.

—Creo que no.

—No lo estoy justificando, Carolina, pero creo que deberías de sentirte afortunada de que alguien te ame así de intenso y así de especial. No sabes cuantas veces he recibido chicas que se quejan de que no encuentran a alguien que las quiera de verdad. Y eso tú lo tienes. Kayler quizás se equivocó pero sabes que fue por celos, dices que el suele ser impulsivo y no mide a veces sus actos. Actúa por actuar y se deja llevar por la ira. Pero se puso así porque te ama y se sentía traicionado por ti que eres su verdadero amor.

La miré. Lo que me dijo que parecería más bien que estaba del lado de Kayler y no del mío. Me pareció extraño pero no hay manera de que Kayler la conozca o ellos se conozcan.

—Supongo —admití con dudas.

—Ahora lo que tenemos que hacer es encontrar el perdón en tu interior. Liberarte. No puedes seguir viviendo con ese peso ni con ese rencor. Será tu nueva meta. Vamos a hacer una lista, escribirás las cosas buenas que tiene Kayler y luego las malas. Cuando tengamos la próxima sesión las compararemos.

—Está bien —asentí, sentándome.

—¿Has tenido ataques de pánico o has sentido mucha ansiedad? —cambia de tema.

—Ataques de pánico no pero a veces me siento ansiosa o nerviosa por ciertas cosas, sin embargo practico los ejercicios de respiración y eso me hace calmarme un poco.

—Tienes que aprender a controlar la ansiedad y dejar de estresarte tanto. Recuerda tomar las cosas con calma. No vayas más rápido que la vida. No puedes estar atenida a los ejercicios de respiración, ayudan mucho, pero lo que quiero es que te sientas tranquila y relajada la mayor parte del tiempo y que aprendas a controlarte en momentos de tensión.

—Es un poco difícil —admito.

—Lo se. Pero para eso la llevamos con calma. Te dejaré una cita para el martes de la próxima semana. Recuerda la lista y reflexiona bien lo que vas a escribir, ¿esta bien?

—Está bien. Gracias —me pongo de pie y tomo mi bolso.

—Cuando salgas le dices a Hannah que entre por favor —me dice, acomodando sus lentes para luego anotar algo en su libreta.

—Claro.

Salgo del consultorio y busco a la chica. Está en la última fila. Me parece conocida pero no recuerdo de donde.

—¿Hannah?—inquiero.

Ella levanta la cabeza y me ve.

—La doctora quiere que pases.

—Oh, gracias —me dice, toma su bolso y se pone de pie, yendo al consultorio.






Mientras caminaba por el pueblo ya que planeaba llegar a casa a pie, pase por la preparatoria. Miles de recuerdos me invadieron. Aún recuerdo la primera vez que vine: mamá me vino a dejar como niña chiquita y justo en ese lugar estaba Kayler Brown saliendo del coche. Lo recuerdo como si fuera ayer. Aquí mi vida cambió por completo. Conocí a Anne y a Connor también. Aprendí tantas cosas y sufrí tantas cosas también.

Noto que un auto se parquea cerca, es un jeep pero no de esos que son cerrados sino de esos que son abiertos por completo. Me sorprendo cuando miro de quienes se trata. Kayler y Piper.

¿Qué diablos hacen ellos aquí?

Piper se baja con un bolso ¿acaso recibe clases? Si se supone que es de la edad de Paige y Paige ya hubiera salido de la preparatoria en estos tiempos. Qué raro. Lo que más me enojó fue que Kayler la hubiera traído, tal y como lo hacía conmigo.

Agudicé el oído para poder escuchar.

—¿Vienes a recogerme? —le dice ella.

—Está bien. Ni un minuto más.

—Estaré aquí puntual. —Piper rodea el auto y se acerca a la puerta de Kayler, toma su cara y le da un beso en los labios. Abro la boca del asombro pero luego la cierro.

Maldito traidor.

Es decir, quiere volver conmigo y está saliendo con esa idiota. Me hierve la sangre del enojo que siento justo ahora. Piper se aleja del coche y se dirige a la entrada de la preparatoria. Kayler me mira al fin, parece tenso, arranca y se acerca a mi. Yo acelero El Paso.

—¿Te llevo a algún lado? —me pregunta.

—No, gracias. —respondo seca.

—Carolina, ¿que te pasa? Se supone que habíamos hecho las paces.

—Mira, Kayler, te puedes meter tus paces por donde te quepan. Déjame en paz. —En eso, otro coche venía en dirección mía y se detiene.

Gadreel.

—Carolina, ¿te llevó? —me pregunta.

—Carolina, no—me dice Kayler.

Fulmino con la mirada a Kayler para después dirigirme donde Gadreel, que por cierto se miraba mucho más guapo últimamente.

—Gadreel, me da gusto verte. Te necesitaba —le digo, abriendo la puerta del copiloto y adentrándome.

Sabía bien por qué lo hacía, pero necesitaba sacarme a Kayler a Brown de la cabeza de una vez por todas.

Alejándome del lobo ✔️Where stories live. Discover now