Capítulo 2 | Nada es igual

956 100 10
                                    

El tipo seguía con su mano en mi boca, pero no le ponía tanta importancia porque mi mirada estaba en Kayler, en que el ruido había llamado su atención, pero luego llegó otro grupo de chicos y lo distrajeron, haciendo que se metieran a la casa. Ahora sí el tipo me soltó, me giré de inmediato para verlo: alto, cabello negro, medio moreno.

—¿Tú quien eres? ¿Como conseguiste mi número y por qué me trajiste aquí?

Rió.

—Relájate, solo estoy de pasada en este pueblo —retrocedió y empezó a caminar por el camino que vine, así que lo seguí.

—No respondiste mis preguntas.

—No tengo por qué hacerlo —respondió, sacó un cigarrillo de su bolsillo y lo puso en su boca, luego sacó un encendedor y encendió su cigarro. —Te vi hace unas semanas en el pueblo, me pareciste un poco paranoica.

—¿Acostumbras acechar a las personas que conoces? —quise saber, tanteé mi bolsillo trasero para comprobar que la pluma seguía allí y sí.

—No a todas —exhala humo— ¿acostumbras siempre ir a los lugares que te dice un desconocido?

En realidad... sí.

—Por supuesto que no, estás en el bosque cerca de mi casa, es casi mi territorio —respondí. Seguíamos caminando tranquilamente cuando de repente escuchamos un ruido, así que me detuve en seco— ¿que fue eso? —quise saber.

—Relájate, estás en el bosque, hay muchos animales por aquí.

Tampoco entendía por qué estaba entablando una conversación tan normal con este tipo a quien apenas unos minutos acababa de conocer. En fin, estaba loca en serio.

Pero no había tantos animales en el bosque, yo lo sabía más que nadie, ese sonido no era de algún venado caminando por allí y peor de noche, yo sabía lo que salía de noche. Miré la luna y sí, había luna llena. No significaba nada bueno. Hace meses que no entabló conversacion con los de la manada Brown, y no sabía si habían nuevos integrantes.

—Deberíamos llegar rápido a la casa —menciono, pero me retracto de inmediato— bueno, tú deberías de irte por donde viniste aunque no es bueno que andes solo por estos lugares. Si aprecias tu vida, saldrás de aquí rápido. —apresuré el paso.

En luna llena no era la única manada que salía a casar. También a veces se metían otras manadas a robar alimentos y allí se formaban los enfrentamientos. Si yo encontraba a una manada de lobos y estaba sola —porque no tengo manada— pues no sabía qué podía pasarme.

—¿A que le tienes miedo, conejita? Solo es el bosque —dice. Y otro ruido súper cerca me hizo quedarme quieta, tomé del brazo al chico y le hice señas de que no se moviera. Él solo me miraba como si estuviera loca y creo que se aguantaba las ganas de reír.

—Es más probable que no lleguemos a casa —susurré muy a lo bajo— ese ruido se escuchó demasiado cerca.

—¿Por qué estamos susurrando? —se burla el chico, se zafa de mi agarre y se aleja un poco— ¡cálmate, conejita! —exclamó más fuerte.

Dios.

—¡Solo es el bosque! ¡No hay nada de escalofriante en este miserable bosque! —elevó las manos como dando a entender que no había nada que lo aterrara a su alrededor. Pero entonces miré algo detrás de él. Era un lobo gris, un lobo gris que se saboreaba la lengua.

—No te muevas —le dije y apunté con el rifle.

—¿Por qué no? —inquiere. Hago seña para que mire detrás de él. Tenía miedo de que ese lobo le hiciera algo y tampoco me podía convertir porque no sabría cómo reaccionaría este chico.

Alejándome del lobo ✔️Where stories live. Discover now