Capítulo 21 | Lo nuestro no tiene arreglo

663 68 0
                                    

KAYLER

Cuando abro los ojos lo primero que veo es un techo blanco, veo todo borroso y la cabeza me duele como qué. Me llevo una mano a mi cabeza mientras me siento en la cama. Tengo una ridícula bata puesta y una intravenosa en mi mano izquierda.

¿Qué mierdas me pasó?

Traté de recordar qué fue lo que hice anoche. Estaba en mi habitación tomando y luego salí, el coche, las luces de un auto, un claxon. Me habían chocado.

La habitación del hospital donde me encontraba estaba vacía así que me puse de pie para buscar mi ropa y poder irme de una vez de aquí. Lo único que tenía era resaca, lo otro se sanara en unos días. Y no me importaba tampoco. Estaba en un punto en donde nada me importaba ya.

En cuanto iba a tomar mi ropa, la puerta se abre y de él aparece mi padre seguido por Mike. Aún sigue aquí por lo que veo.

—¿Que haces? Tienes que recostarte —me dice mi padre a modo de regaño.

Hago una mueca y lo miro sin entender.

—Me voy a casa —le respondo poniéndome los pantalones.

—El doctor dijo que te quedarás en cama un día más —dice— el golpe fue fuerte, Kayler, solo porque seas un licántropo no significa que no te puedan herir.

Herir. Me parecía irónico que dijera esa palabra cuando estaba más que herido, estaba roto por dentro.

—Tu padre tiene razón, Kayler, tienes que descansar. No estás bien. Te ves cada vez más apagado —comenta Mike. Aprieto los puños sintiendo la ira venir hacia mi pero me tranquilizo.

No respondí.

—Hazme caso, quédate solo esta tarde y salimos al anochecer. —dice mi padre. Se supone que nos iríamos en la mañana para instalarnos en nuestra casa de allá. Mañana era la boda de Mike y la señora Lane. Y era probable que mañana la viera.

Hice caso solo por esta vez. Necesitaba que me tuvieran cedado para no sentir tanto dolor. Resoplé y fui directo a acostarme a la cama para poder dormir otro rato, en eso, un celular sonó.

—Es el mío —dice Mike sacándose el teléfono de su bolsa del pantalón. Mira la pantalla y nos da una mirada rápida a papá y a mi, pero se compone.

Dudo.

—Hola, Carolina —contesta Mike y siento como mi corazón empieza a latir más rápido con solo escuchar su nombre. Tenía más de cinco años de no escuchar su voz, a diferencia de los mensajes de voz que escuchaba en la grabadora de mi teléfono. Mensajes viejos obviamente. —Sí, se que dije que ayer mismo llegaba pero se me presentó algo —dice, se debate en si decirle lo mío— un imprevisto nada más. No es nada importante. Llegaré en la noche para que le digas a tu madre. O yo la llamaré al rato. Sí, está todo bien, no te preocupes que no dejaré plantada a tu madre —se ríe. De seguro Carolina le hizo algún comentario sarcástico tan típicos de ella. Me dio cierta nostalgia. —Si, tu madre me contó —responde, pero luego lleva su mano al celular y se dirige a nosotros— me disculpan, iré afuera, sigan con lo suyo —y sale por la puerta. Mike es tan ingenuo si piensa que no escucharé. Agudicé mi oído y lo hice— ¿no crees que es muy apresurado lo del matrimonio? —lo escucho preguntar. Me tenso de inmediato— solo dijo que quizás deberías de pensar bien las cosas, apenas estás saliendo de la universidad y te veo muy joven para eso. Espérate un poco y conócelo más. Hazme caso —silencio— está bien, si esa es tu decisión yo la acepto. Te veo luego. Te quiero. —y colgó. Segundos después aparece por la puerta.

—Qué silencioso eres, ¿he Mike? —le dice mi padre— No te escuchamos nada.

—¿Me oyeron? —inquiere él.

Alejándome del lobo ✔️Where stories live. Discover now