Capítulo 30 | El rescate

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Los amigos de Gadreel que eran ángeles de la oscuridad me ataron a un poste, un poste que de seguro pondrían en medio del fuego para quemarme.

—Carolina, no sé por qué eres tan ingenua —se acerca Gadreel— Siempre estás a la Merced de Kayler— Te tiene en sus manos y es triste que no tengas amor propio.

—¿Qué tiene que ver eso con esto? —quise saber.

—Todo. ¿Crees que Kayler se dignó a esperarte, por supuesto que no, corrió a los brazos de Piper pero eso jamás me lo vas a creer.

Sentí algo en el pecho cuando dijo eso, pero no le creería porque solo decía cosas para lastimarme.

—Tú y yo nunca tuvimos nada de nada, ni siquiera dormimos en la misma cama y él...

—¿Él qué? No te permito que hables mal de Kayler por favor, lo único que sale de tu boca son mentiras.

—No tengo por qué mentirte. Pero si no me quieres creer allá tú, el tiempo se encargará de hacerte saber las cosas, solo espero que no desperdicies tu vida con alguien que no lo vale —me dice, sonaba tan seguro y tan sincero que me hizo dudar un poco, lo admito, pero decidí estar con Kayler esta vez y confiar ciegamente en él.

No le dije nada, solo aparté la cara dándole a entender que no le hablaría ni mucho menos creería.

—Como quieras. Dejarás de ser su mate y eso es lo que importa —se aleja hacia donde está una mujer con un libro y unas hierbas. ¿Qué es?

Kayler, ¿dónde estás?

—La ceremonia va a empezar —eleva la voz mi ex novio. Todos se empiezan a poner en círculos a mi alrededor recitando algunas palabras que no entendía. Estaban en otro idioma que era desconocido para mi. Y eso me asustó porque no sabía muy bien lo que decían.

Cada que decían un verso se acercaban más y más.

—¡No hagas esto, Gadreel! —supliqué una última vez al chico que solo me observaba con una sonrisa en la cara.

Pero en eso pasó: un aullido se escuchó. Sabía que venían a rescatarme. Todos se quedaron en silencio observando para todos lados, pero en eso empezó a aparecer una manada de lobos por el acantilado y quien los encabezaba era un lobo negro: Kayler.

Sonreí para mi misma al verlo. Los lobos empezaron a pelearse con los ángeles. Ahora los ángeles habían sacado sus alas y batallaban con los lobos. Los lobos los mordían y lesionaban a algunos pero hubo un ángel que tomó a un lobo café del pelaje y lo dejó caer al acantilado. Todo se quedó en silencio en ese momento. Yo me asusté porque no sabía quién era. Otro lobo aulló como lamentando a su hermano caído y los demás lo siguieron. Pero eso fue lo peor que los ángeles pudieron hacer porque ahora los lobos estaban demasiado enojados que descuartizaron a algunos. Los desplumaron.

—¡Carolina! —me dice Anne corriendo hacia mi.

—Anne, desátame —le digo. Noté que Gadreel se estaba enfrentando con Kayler y tenía miedo por ellos dos, no quería que Gadreel o cualquier ángel echaran a Kayler o a algún otro lobo por el acantilado.

Anne me desató lo más rápido que pudo.

—¿Qué piensas hacer? —me pregunta. Había algunos ángeles que habían salido volando fuera del lugar, al parecer no querían seguir luchando.

—¡Gadreel, ya basta por favor! —Kayler había mordido una pierna de Gadreel, por eso Gadreel le había propinado un golpe en las costillas. —¡Ya basta! —con algo de fuerza separé a Gadreel de Kayler y me interpuse entre los dos. Los demás se habían dejado de pelear.

—Así es, basta —dice una mujer elevada en los aires— esta no es nuestra pelea, nosotros no vinimos aquí para empezar una guerra con los lobos—continúa— nosotros nos vamos, Gadreel, lo siento, amigo. —la mujer es la primera en irse volando para luego ser seguida por los últimos ángeles que quedaban. Ahora solo quedaba toda la manada de lobos y Gadreel.

—Típico que la gente te abandone en tu peor momento —dijo, y me dio tristeza escucharlo decir eso— Yo solo quería que Carolina fuera feliz, Brown, contigo nunca lo será y sabes bien por qué.

Fruncí el ceño ante eso.

—Carolina, discúlpame pero el enojo me cegó. Solo espero que no te arrepientas. Me iré. Te dejaré en paz. Sé perder. Si me necesitabas, búscame y allí estaré. —me guiña el ojo una última vez para después darse la vuelta e irse volando lejos de mi.

Tristeza. Eso sentía dentro de mi.

Me acerqué a Kayler y lo acaricié.

—¿Estas bien? —le pregunto.

Lo estoy, me dice mentalmente.

En eso, Kayler se convirtió en humano, así que Anne se apresuró a llevarle unos pantalones y zapatos.

—Gracias, Anne —le dice, poniéndoselos. Cuando ya se ha puesto sus cosas se dirige a mi y me abraza con tanta pasión que yo también le devuelvo el mismo abrazo.

—Creí que te perdería —me dice— No quiero perderte, Carolina, independientemente de las cosas que pasen quiero que estemos juntos, luchando por nuestra felicidad.

Parecía que todo estaría bien de ahora en adelante porque al fin estaríamos juntos, al fin podríamos volver a ser Carolina y Kayler Brown, al fin y para siempre.

Me separo de él y lo beso. Me hacía tanta falta besarlo. Cinco años. Cinco años sin probar sus labios. Sentía que volvía a vivir.

—Kayler —dice una voz a nuestras espaldas. Nos separamos y miramos a la susodicha.

Es Piper Parker de pie a unos metros de nosotros y con ella viene una niña de más o menos cuatro años, cabello negro y tez blanca.

—¿Qué haces aquí? —le pregunta Kayler en un tono frío.

—Te vas de Lewiston y ni siquiera me dices. —responde ella en el mismo tono de voz.

Me separo de Kayler sin entender nada de lo que estaba pasando.

—¿De qué habla, Kayler? —quise saber en un hilo de voz.

—Carolina, escúchame, yo quiero estar contigo pero necesito saber si tu amor es inquebrantable y que estarás conmigo a pesar de los errores que he cometido. —parece desesperado y eso me asusta un poco. Tengo miedo. Mucho miedo.

—¿No le has dicho, Kayler? —inquiere Piper en un tono de voz más malévolo.

—¿Decirme qué? —le inquiero, siento que mi corazón se acelera por temor a sea lo que sea que me dirán. También soy consciente de que los presentes nos observan y escuchan. Hay un absoluto silencio en el ambiente que... es incómodo.

—Ella es Kylie, —Piper me presenta a la niña—tiene cuatro años y es hija de Kayler y mía.

Y es hija de Kayler y mía.

Y es hija de Kayler y mía.

Y es hija de Kayler y mía.

Y es hija de Kayler y mía.

Sentí el sonido de mi corazón rompiéndose en miles de pedacitos mientras esas palabras resonaban en mi cabeza una y otra vez.

Alejándome del lobo ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora