Capítulo 19 | En las alturas

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Grité, juro que grité por cómo Gadreel me elevó hacia las alturas. Tenía un poco de pánico a los lugares altos y ahora tenía mucho más pánico porque quien se supone que era mi novio ¡tiene alas!

—¡Bájame! —exclamé con algo de temor. Es decir, me hubiera sorprendido mucho más si antes no hubiera sabido sobre hombres lobos, vampiros etc, pero ya nada me sorprendía para estos tiempos. Sin embargo, me había dolido que Gadreel no me dijera la verdad, ¿acaso no confiaba en mi? Porque estuvimos casi cinco años de conocernos y dos de ser novios ¡hasta me pidió matrimonio! ¿Se pensaba casar conmigo sin decirme la verdad?

Gadreel voló hacia un enorme edificio y se detuvo allí. Respiré con algo de alivio al tocar algo plano. Me alejé un poco de él y me digné a verlo con mucho asombro. Sus alas, wow... ¿estaba soñando? Porque parecía que estaba soñando, era un sueño nada más y cuando me pellizque despertaré en la soledad de mi cuarto un poco desorientada.

Pero me pellizqué dos veces y Gadreel con alas seguía allí.

—¿Qué eres? —fue lo que pregunté.

Un ángel. Es obvio, tonta.

—Por ti puedo ser muchas cosas —responde mientras se acerca— Carolina, ¿cuando te darás cuenta de que Kayler y tú ya no podrán estar juntos? Son tantas cosas que los separan...

Me tensé.

—Luego hablaremos de Kayler y yo —le digo— primero dime cuando pensabas decirme lo que eres en realidad —lo miré.

Apartó unos segundos la vista.

—Te lo diría pronto es solo que no sabía cómo ibas a reaccionar —musitó— tenía miedo de tu reacción o qué dejarás de hablarme... no sé, me arrepiento de no haberlo hecho antes —dice.

Y entonces un recuerdo viene a mi. La noche que salí de terapia, la figura en el árbol, la pluma negra. Después de eso él apareció en mi vida. Todo concordaba.

—La vez que salí de terapia ¿eras tú en el árbol? —quise saber, aunque era obvio que era él.

—Así es —responde.

—Ese día encontré una pluma negra —recordé.

—Lo sé. Solemos dejar esa clase de pistas para darles a entender a ciertos humanos que estamos cerca —dice.

—¿Eres un ángel? —inquiero.

—Algo así.

—Si eres un ángel, ¿entonces por qué tus alas son negras?

No contestó sino que solo se limitó a mirarme, cómo debatiéndose en si decirme algo o no. Pero quizás sus alas eran negras porque era un ángel de la oscuridad, ¿no? Es que no hay otra explicación. Los ángeles buenos por lo general tienen alas blancas y son seres de luz. Pero él tiene alas negras.

No sé por qué pero me dio miedo.

—Carolina, hay tantas cosas que tengo que contarte —se lleva una mano al pelo y se lo despeina— pero no aquí, podemos... ¿podemos ir a tu departamento? Necesitamos más privacidad.

Hoy era una noche oscura, no había luna ni estrellas. Hacía una ventisca helada que me hacía tener escalofríos de vez en cuando. Gadreel ahora tenía su traje desarreglado y su pelo también. Parecía que estaba preocupado, ansioso, parecía que se retenía.

—No sé si quiera ir contigo a algún lado —respondo, retrocediendo. Es decir, a pesar de haber convivido con el muchos años siento que no lo conozco. Parecía que había estado con una persona totalmente diferente a la que estoy ahora.

Y eso no me gustaba. Me daba mala impresión. Quizás él era un ángel malo.

—¿A que has venido aquí? —le pregunto.

Gadreel da otro paso hacia mi, yo retrocedo.

—Te dije que te contare todo pero no aquí —repite, esta vez viendo para todos lados en el cielo.

—¿Que? ¿Hay más cómo tú allí arriba?

—Hay muchos más. No soy el único por si eso crees.

—Ya no sé que creer. ¿Por qué todos se dedican a mentir? —di otro paso atrás al notar que el se acercaba.

—Carolina, detente —me dice— no te mentí, es solo que... oculté ciertas cosas que aún no estabas lista para saber. Al menos tuve la decencia de mostrártelo yo mismo. A diferencia de otros que sólo mostraron lo que eran porque la situación lo ameritaba.

—¿De qué hablas?

—De Kayler. La vez que se convirtió en lobo frente a ti para salvarte de otro. Esa vez te diste cuenta de lo que era.

—¿Y tu como podrías saber eso? —achiqué los ojos.

Él se encogió de hombros.

—He estado contigo mucho tiempo, Carolina —se acerca más— más tiempo del que te puedas imaginar.

Eso me dio miedo.

—No te entiendo.

—Yo revelaré los secretos que ni Kayler ni nadie te ha podido decir. Quizás así sí te das cuenta de que Kayler y tú no pueden estar juntos —avanza y avanza.

—¿De que secretos hablas? No te entiendo. Sé más claro por favor —ahora le pongo más atención. No sabía si creerle o no de sea lo que sea que dirá pero nada perdía con escuchar lo que tenía para decir. —No se si con lo que me digas harás que me aleje de Kayler —añado— ¿por qué te has empeñado en decirme cosas malas de Kayler? ¿Por qué te has ensañado con él?

—Porque su familia fue el culpable de la muerte de tu padre —escuché como ecos cuando dijo eso. Ecos que se repetían en mi cabeza una y otra y otra vez. Fue una frase que me dejó desconectada por completo del mundo. Una frase que me quebró. Pero eso no podía ser cierto.

—No es verdad —sonreí nerviosa— mi padre no conocía a los Brown. Estas mal.

—Escúchame —me dice serio— tu padre y tú madre planeaban vivir en Lewiston desde más antes. Tu padre viajó ese día para ver la casa y los alrededores y fue cuando el padre de Kayler Brown, tu suegro, lo mató sin piedad en el mismo bosque al que solías llamarle hogar. Y Kayler lo sabía desde un principio y nunca te dijo nada. Él sí te miente y te maneja a su antojo. Date cuenta de una vez por todas y abre los ojos. Kayler no es quien crees que es. Su familia mató a tu padre.

Sentí como si me hubieran propinado una puñalada en el pecho, aunque eso hubiera dolido menos a lo que Gadreel me estaba diciendo. Es que no podía ser. El padre de Kayler no me pudo haber hecho esto. Y Kayler tampoco.

Y entonces recordé. La primera vez que Kayler me llevó a casa luego de la pelea con Paige, él me abrazó cuando recordé a mi padre, pero luego de eso él se fue sin ninguna razón. Quizás era por eso. Porque se sentía culpable.

Kayler no.

Retrocedí sintiendo como las lágrimas salían de mis mejillas.

—No puede ser —sollocé.

—Carolina, detente.

—Mi padre no —y luego cuando quise poner el otro pie no pasó. Pegué un grito ahogado al sentirme caer.

—¡Carolina! —fue lo último que escuché.

Grité y grité mientras me sentía caer del enorme edificio en el que estaba. Sabía que iba a morir. Pero estar muerta sería lo mejor que me podría pasar ahorita. Me iría con mi padre y el dolor desaparecería. Ya no tendría más problemas. Ya no tendría más tristezas.

Así que dejé de luchar, de gritar y de tener miedo sino que solo miré el cielo que se alejaba de mi, esperando por mi muerte.

Si embargo el golpe nunca ocurrió, sino que sentí unos brazos rodearme del la cintura que me sostenían fuerte para evitarme la trágica y deseada muerte.

—Te tengo —escuché a lo lejos la voz de Gadreel. Gadreel me había salvado con sus alas. Me sentía tan mal que lo rodeé con mis brazos y me quebré en su pecho.

Alejándome del lobo ✔️Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora