Capítulo 24 | Encubiertas

580 76 3
                                    

—Carolina, no creo que sea buena idea —me dice Anne en un susurro.

—Anne, ¿escuchas esa música alta? No te oirán así que puedes hablar normal.

El lugar era un bar muy reconocido pero no por buena fama sino que se decía que este era un... teibol por así decirlo. O sea que sí habían mujeres enseñando todo. Si mamá se enterara asesinaría a Mike.

Cuando nos acercamos al bar y quisimos pasar, un tipo enorme y alto se nos interpuso.

—Es un evento privado —nos dice con voz gruesa.

Miro a Anne por un momento y ella solo se encoge de hombros.

—Estamos invitadas —miento para ver si así quizás nos dejen pasar.

—Nombres —nos pide, buscando en su libreta.

—Carolina Lane y Anne Stevens —respondí. Aunque era un poco difícil que nosotras estuviéramos en la lista.

—No hay nadie con ese nombre así que aléjense o sino se atendrán a las consecuencias—nos amenaza. Frunzo el ceño y lo miro mal.

—Es mejor que nos vayamos, no quiero empezar una pelea con este tipo. ¿Luego qué le diremos a los chicos si se enteran? Qué pena.

Suspiré y pensé. No podía irme de aquí sin antes saber cómo era que se estaban divirtiendo todos ahí.

—Ven —la tomé del brazo y me alejé del hombre que ahora se dedicó a atender a otros hombres que se acercaban— Quizás haya una puerta trasera —comenté.

—Tal vez —dice ella.

—Obvio tiene que haber una puerta trasera. Todos los lugares tienen una puerta trasera —digo en forma de obviedad.

—Sí —responde ella en forma pausada— Carolina, ¿por qué lo haces? —me pegunta con una sonrisa mientras se cruza de brazos.

—¿Qué cosa? —inquiero frunciendo mi ceño.

—Esto. ¿Por Gadreel o por Kayler? —me molesta.

—¿Q-qué tiene que ver Kayler en todo esto? —medio tartamudeo un tanto nerviosa.

¿Por qué estoy nerviosa?

—No te hagas. Estás celosa —afirma.

Me reí.

—¿Qué? Anne, por Dios. Kayler ya pasó a la historia. Vengo porque necesito cerciorarme de que Mike no vaya a cometer una locura —explique detalladamente.—Así que vámonos —la tomo del brazo y la obligo a seguirme hacia la parte trasera del lugar. Por suerte no había guardias, sino que solo estaba una camioneta con ropa y esas cosas. Supongo que son para las bailarinas.

—Al menos no hay nadie —comenta Anne.

—No —nos encaminamos hacia el coche pero antes de llegar a la puerta que nos permitía tener acceso al lugar un chico apareció frente a nosotros. Venía distraído cantando alguna canción extraña y al vernos parpadeó varias veces modo perplejo.

—¿Ustedes quienes son? —nos inquiere.

—Ah... nosotros... —empecé a decir pero no se me ocurría nada.

—Somos las... —siguió Anne, mirándome.

—Nuevas bailarinas —completé sonriendo fingidamente al chico.

—Así es. —asiente Anne— Bailarinas —me mira cómo pidiendo una explicación.

Le hago seña de que me siga el juego.

Alejándome del lobo ✔️Where stories live. Discover now