Capítulo 18 | En su espalda

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Mientras Gadreel está de rodillas frente a mi con el anillo en sus manos, no sé qué decir. Tenía la atención de todos en este lugar y me sentía nerviosa y un poco asustada. No podía creer que Gadreel haya hecho esto. Es decir, nos llevábamos muy bien de novios y me parecía una persona increíble pero... no lo amaba.

Y no sabía cómo decirle que no.

Miro otra vez la ventanilla para ver si la silueta que antes vi seguía allí. Pero no está. Habían sido imaginaciones mías y me quería abofetear por estar pensando siempre en él. Kayler de seguro ya hizo su vida con otra persona o quizás hasta se ha de haber casado, ¿no? Han pasado cinco años en donde ninguno ha sabido nada del otro. Es obvio que el quiera rehacer su vida.

¿Por qué yo no tendría que rehacer la mía? Quería llorar, juro que mis lágrimas estaban a punto de salir porque me entristecía que quizás Kayler este con otra mujer. Era doloroso, lo admito, pero no puedo juzgarlo porque yo estoy haciendo prácticamente lo mismo. Gadreel se ha portado súper bien conmigo y me divierto mucho con el. Pero no sé si estamos haciendo lo correcto.

Vamos, Carolina, decídete, me dice mi conciencia.

Además, no quiero dejar a Gadreel en ridiculo. Así que no pensé bien la respuesta que di:

—Sí —me quise callar de inmediato, pero ya era tarde. Los presentes aplaudieron y mamá se limpió una que otra lágrima de las mejillas. Gadreel se puso de pie y se apresuró a besarme y a ponerme el anillo.

Mierda.

¿En que me metí?

—Sabía que dirías que si —me dice— te prometo que no te arrepentirás. Vamos a ser muy felices, mi amor —y me besa por todas partes la cara. No pude evitar sonreír porque se sentía bien, pero no podía evitar sentirme mal porque sentía que estaba traicionando algo. Sentía algo en mi corazón: culpa, tristeza, arrepentimiento, sentía muchas cosas. Entonces hubo un momento en que me sentí muy herida, demasiado herida. Fue entonces cuando supe que algo le estaba pasando a Kayler porque pude sentirlo.

—¿Te sientes bien? —me inquiere mamá.

—¿Carolina? —ahora fue Gadreel quien me analizaba.

Sentía ganas de llorar pero sabía que no eran precisamente por mi sino ¡el! ¡El estaba mal! Deseé estar con él en ese momento para saber que pasa o que tiene.

—¿Estas bien?

—Me siento muy cansada —les digo— quiero irme a casa. Por favor.

—Está bien —Gadreel me toma del brazo— pagaré la cuenta.

—Vamos, te llevaré al auto —mamá me toma de la mano y nos encaminamos hacia afuera. Afuera sentía que podía respirar mejor. Así que lloré, no pude evitarlo. —¿Que te pasa? Quiero pensar que son lágrimas de felicidad pero más bien pareciera que te rompieron el corazón.

Me tranquilicé porque en cualquier momento vendría Gadreel y no quería que me viera así.

—Estoy bien —miento, limpiándome las lágrimas— es solo que... me dio la tristeza de pronto. No sé por qué pero... he pensando mucho en Kayler el día de hoy. Incluso creo que estoy alucinando con él.

—¿Por qué lo dices?

Había ciertas ventiscas en el ambiente.

—Creí verlo hace rato por allá —me llevo una mano a la cabeza— me estoy volviendo loca.

Mamá duda algo.

—Carolina, no te había contado pero... Mike fue a invitar a sus amigos a Lewiston... incluidos Kayler y su familia —me dice. La miro sin entender.

¿Que? ¿Kayler? ¿Boda? ¿Dos días? No puede ser. Lo vería en dos días. Lo vería de nuevo. Sentí como mi corazón latía más rápido. No sé si eran nervios o emoción pero... tenía ganas de verlo. Sentía que necesitaba verlo. Era una necesidad extraña dentro de mi. Una necesidad enorme de verlo y de abrazarlo y de decirle lo mucho que lo he extrañado.

Y pedirle perdón.

—No estás segura de casarte con Gadreel, ¿cierto? —me dice, ella me conocía y sabían bien que no lo amaba. Que al único que amaba se llamaba Kayler Brown y que tenía una oportunidad de verlo.

—No —susurré, la voz se me quebró al final.

—Carolina, ya eres una mujer adulta. Casi empiezas a vivir. Terminaste tu carrera, ¿que es lo que te detiene para ser feliz con Kayler? ¿Que es eso tan grave que te hizo que nunca me quisiste contar?

Abrí la boca para hablar pero luego la cerré.

—Mamá, quisiera contarte todo, en serio. Pero no puedo. ¿Sabes lo que tienes que hacer? Hablar con Mike y decirle que te cuente todo acerca de él. Sé que sí lo amas en serio vas a entender y vas a aceptar. Al principio te saca mucho de control porque son cosas que no estamos acostumbrabas a ver. Nadie. Pero que son reales y existen.

Ella frunció el ceño sin entender.

—¿De que hablas?

—Solo habla con él. Yo tengo que hablar con Gadreel. Decirle que no me quiero casar con él.

—¿Que?

Cerré los ojos un momento al escuchar la voz de Gadreel detrás de mi.

Mierda.

—Buscaré un taxi y me iré a casa. Arregla tus cosas, cariño —mamá se despide y empieza a caminar por la calle dejándome sola con Gadreel.

Me armo de valor y me giro hacia él.

Su rostro ya no estaba lleno de felicidad como hace unos minutos, sino que ahora tenía confusión y un poco de tristeza.

—Dime que escuché mal —se acerca.

—Gadreel, yo...

—Me acabas de decir que sí frente a toda esa gente —reprocha— y ahora dices que no. No te entiendo.

—Lo se y créeme que no quería decirte que no frente a toda esa gente porque... necesitaba hablar contigo a solas —explicó.

Él se rió. Pero fue una risa triste.

—¿Por qué? —fue lo único que pregunta.

No estaba segura de decirle o no, pero era mejor hablar las cosas con la verdad, sin tantos rodeos. Y Gadreel se merecía lealtad de mi parte.

—No he olvidado a Kayler —respondí.

—¡Sabía que era por ese imbecil! —se cabrea— ¿cuando vas a olvidarte de él? ¿No te das cuenta de que él ya te olvidó? ¡Ni siquiera te recuerda! —dice.

—¿Como puedes saber eso? —me enojé ahora sí.

—Ven conmigo —me toma del brazo y me lleva casi de rastras hacia un callejón oscuro al final de la calle. Nos adentramos a él y me suelta.

—¿Que te pasa? ¿Por qué me tratas así? —me alejo un poco.

—He estado contigo en todo momento, te he apoyado, te he amado fielmente y me sales con esto. No lo merezco —dice.

—Yo se que no lo mereces pero por eso te estoy diciendo las cosas desde ya. Perdóname.

—¡No te perdono nada! —se aleja— ¿que tiene Kayler que no tenga yo? ¿Solo porque es un lobo te atrae? Dime, Carolina, ¿te atrae el peligro?

Me sorprendí por lo que dijo.

—¿De que estás hablando? ¿Como sabes que Kayler es...?

—Si quieres peligro, Carolina, tendrás peligro.

En un abrir y cerrar de ojos aparecieron unas enormes alas negras detrás de Gadreel. Me quedé boquiabierta por lo que estaba viendo y por lo que no pude averiguar desde más antes. Gadreel tenía sus ojos negros y me miraba con furia. Sus alas negras estaban adheridas en su espalda y nunca me di cuenta. Sin embargo, Gadreel voló hacia mi y me tomó de la cintura, elevando hacia las alturas del cielo.

Alejándome del lobo ✔️Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum