Capítulo 9: Siempre serás tú

1.9K 186 11
                                    

- Estoy enamorada de vosotras sólo de oír todo esto - dijo Marina.

Amelia se recostó en el sofá, balanceando la taza de café sobre su muslo.

- Fue un día especial - admitió la ojimiel con una sonrisa en sus labios.

- ¿Y ella? ¿Te lo hizo a ti también? - preguntó Ana.

Volvió a sonreír.

- Pasamos tres horas ininterrumpidas en la cama. Estaba sorprendida de que al día siguiente pudieramos caminar.

- ¿Cómo coño mantuvisteis todo eso a espaldas de su madre? Bueno, y de la tuya, para el caso - preguntó Marina

- Supongo que no querían verlo. Estoy segura que cuando nos mirábamos la una a la otra estaba escrito por toda nuestra cara.

- ¿Y qué paso con Sebastián? - preguntó Ana - Supongo que al final se acostaría con él.

Amelia sintió una punzada familiar a los celos en su estómago, incluso después de todos estos años. Asintió con la cabeza, casi con miedo de hablar. Aclaró su garganta primero, tragándose el nudo.

- Se acostaba con él. No mucho, pero... lo suficiente.

- ¿Y cómo sabes que no era mucho?

- Porque me lo contaba.

-¿Y la creíste? - pregunto la gallega.

- Luisita no me mentía con eso, con nada. Ya os he dicho que sabíamos cuál era nuestra papel.

- Pero, ¿y qué? - exclamó Marina agitando las manos - Estabais enamoradas la una de la otra, ¿cómo coño podía permitir que el Sebastián ese la tocara?

- Sé que es difícil de entender - dijo - Y ahora que tengo más edad... si me paro a pensarlo, me doy cuenta de lo peligroso que era. Emocionalmente peligroso, quiero decir. Luisita era alguien a quien no me podía resistir, nunca. Y así como yo sabía mi papel en esta historia, ella también sabía el suyo. Y era jugar la parte que su madre había montado para ella. Eso incluía salir con Sebastián y... acostarse con él. Pero Luisita tenía el mismo puto problema que yo - sonrió.

- ¿Qué era?

- Ella tampoco podía resistirse a mí.

- Entonces, ¿qué erais? ¿Folla amigas? No puedo ni siquiera imaginarme estar en vuestras pieles - dijo Marina.

Amelia suspiró y cerró los ojos.

-¿Estabaís en el último curso de bachiller, no? - preguntó Ana intentando enfocar el tema de la conversación desde otro punto.

- Sí. Nos acostamos por primera vez en otoño. No tuvimos otra oportunidad de estar a solas hasta casi Navidad. Siempre estaba ocupada con Sebastián y sus amigos, con eventos del club de campo y otras movidas. Su madre la cambió de clases de tenis a golf, así que muchos de los sábados que solíamos estar juntas, los pasaba allí - se encogió de hombros - Tuve un par de buenas amigas en el instituto con quienes me juntaba bastante. Eso me ayudaba a mantener la mente ocupada.

- Debiste de sentirte muy sola - dijo Ana.

Amelia la miró triste.

- Podría haber estado entre una multitud de millones de personas y no hubiese importado.

- Oh, cariño, ¿cómo te las arreglaste para salir de eso? - preguntó Marina.

- No estoy muy segura - le contesto - Era nuestro último año "juntas", yo solo me arrastraba por aquí y por allá como un alma en pena. La universidad estaba a la vuelta de la esquina y sabía que nuestra separación era inminente. Ella se iría a su lujosa universidad y yo me quedaría por la zona.

Siempre fuiste túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora