Capítulo 18: Una oferta tentadora

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Los ojos de Amelia estaban pegados a la pantalla. Su mano derecha movía el ratón lentamente mientras añadía una mesa redonda más.

¿Funcionaría eso en Zaragoza? ¿Irían las personas a desayunar? ¿A comer?

"Hay que hacer algo con todo este espacio" murmuró mientras cambiaba la mesa redonda por una más alta. Tres mesas, dos sillas en cada una. Perfecto

- ¿Ocupada?

Levantó la vista, encontrando a Luisita quien la miraba desde la puerta. Se echó hacía atrás, le indicó que entrara en aquella especia de oficina dormitorio. El escritorio había ocupado el poco espacio que quedaba. Ni siquiera cabía una silla.

- Lo siento. Está un poco estrecho.

- No quiero interrumpirte -dijo la rubia - He venido a ver a tu madre.

- Ah - Amelia recordó que Luisita era amiga de su madre, no de ella.

Le sonrió, algo nerviosa.

- ¿Estás trabajando en el diseño?

- Sí - se detuvo y giro su ordenador hacia ella - Aquí, mira - Guardó lo que había estado haciendo, entonces abrió un esquema en una escala más pequeña a la anterior - Nuestras tiendas son un poco más pequeñas que esta, la más grande es de diez mil metros cuadrados. Esta tendrá veinte mil. Así que será un reto enorme - dijo - No estoy segura de que pueda duplicar el inventario así que estoy intentando llenar el espacio de algún modo - se detuvo en el área que acababa de modificar Quiero hacer un área para comer. Como un patio de comidas, con diferentes opciones. No sería todo vegano y vegetariano obviamente... Intentaremos comprar localmente siempre que podamos. Pero ha de ser orgánico. Una barra de ensalada, de tacos - se detuvo - Lo siento, no querrás oírme hablar de todo esto.

- No, es emocionante, enserio - dijo Luisita.

Amelia se echó hacia atrás.

- No sé si emocionante es la palabra que estás buscando, pero me gusta mucho esta parte de la planificación.

Luisita asintió.

- Se nota - vaciló, sus ojos vagaron alrededor de la habitación antes de volver a ella - Me preguntaba si... si quieres salir a... cenar. Esta noche.

Amelia la miró con sorpresa.

- Oh, pues no sé - dijo la morena - Sin ánimo de ofender, pero lo último que quiero hacer es cenar contigo y con Sebastián.

Luisita negó con la cabeza. Una sonrisa triste se formó en sus labios.

- Sebastián está... bueno. No importa. Él no estará.

Sus ojos se encontraron y Amelia intentó leerla, preguntándose qué era lo que planeaban. Al final apartó la vista de nuevo hacia la pantalla.

- ¿Crees que es buena idea?

- ¿Qué quieres decir? - pregunto Luisita.

- Quiero decir, estaríamos solas.

Los ojos de la rubia se ensancharon.

- ¿Te preocupas por...?

- Bueno...

Luisita sonrió.

- No tengo segundas intenciones, si es eso lo que quieres decir. La última vez que nos vimos, acordamos que no habría... ningún rollo entre ambas - dijo con voz tranquila - Ya sé que han pasado cinco años desde que nos vimos y que todavía estoy casada...

Amelia se mordió el labio inferior y se encogió de hombros.

- Está bien. Tienes razón. De todos modos ya deberíamos de estar más allá de esto - las señaló a ambas.

Siempre fuiste túWhere stories live. Discover now