Capítulo 33: No hay otro lugar en el mundo en el que prefiera estar

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Amelia estaba dando vueltas sobre el mismo punto. Era consciente de ello, pero al parecer su cabezonería era hereditaria.

- Te lo he dicho, estoy bien - dijo su madre por cuarta vez.

- El médico dijo que te lo tomaras con calma - le recordó ella.

- ¿Y para ti eso significa que tengo que estar en la cama todo el día?

- Sí.

- Luisita y Samu vendrán en nada, prefiero hablar con ellos aquí - dijo su madre mientras se sentaba en el sofá - Después del almuerzo, te prometo que volveré a acostarme.

Aunque Amelia no quería tratarla como a una enferma, el médico había insistido en que descansara. Pero no tuvo más tiempo para discutir. Un par de golpes en la puerta anunciarian la llegada de Luisita y su hijo. Y no le importaba admitir que se sentía nerviosa. La rubia le había dicho que iba a hablarle sobre ellas, no quería escondérselo a nadie. La morena podría enfrentarse a la madre de ella, a su padre, incluso a Sebastián, ¿pero su hijo? Tenía miedo de lo que pudiera pasar si no la aceptada, entonces Luisita huiría de todo, otra vez. Rehuyendo de los sentimientos de su corazón por el bien de otra persona.

Su madre debió de notar su vacilación.

- Samuel quiere mucho a su madre - dijo ella - Lo único que quiere es que sea feliz.

- Vaya, ¿ahora puedes leerme la mente? - dijo mientras se dirigía a la puerta.

- Siempre he podido - respondió su madre riendo.

Tomó una rápida respiración, entonces abrió la puerta al escuchar el timbre, su mirada aterrizó primero en Luisita antes de deslizarse hacia Samuel. Se sorprendió al ver en sus ojos un toque de diversión.

¿Tan evidente era su nerviosismo?

- Pasad - dijo dando un paso fuera de su camino - Me alegro de que hayáis podido venir - hizo un gesto con la cabeza - Está en el sofá.

Tan pronto como Samuel estuvo fuera del alcance de del oído, Amelia se giró hacia la rubia.

- ¿Qué tal? - le preguntó en voz baja.

Luisita tocó su brazo, dejando que sus dedos permanecieran allí.

- Todo perfecto - se acercó a ella - Te eché de menos anoche - susurró.

La morena estaba segura de que su alivio era evidente.

- Entonces, ¿no estamos en problemas?

- No - levantó las cejas Luisita - ¿De qué tenías miedo?

Amelia miró hacia otro lado, escuchando a su madre y a Sam hablar, pero sin saber lo que decían. Volvió su mirada a la rubia y sostuvo su mirada.

- Tenia miedo de que no lo aceptara y volvieras a... alejarte de mí - tragó saliva.

- Ame - murmuró tirando de ella en un apretado e íntimo abrazo - Te quiero mucho, ni siquiera Samuel podría separarnos otra vez.

Luisita la besó y Amelia sintió que todas sus preocupaciones se desvanecían, haciéndola sentir tonta por ello en primer lugar.

- Vaya, vosotras dos, ya no os cortáis un pelo, ¿huh? - dijo Sam con una sonrisa en su rostro.

Se separaron, sintiéndose culpables, las dos sonrojadas cuando escucharon sus palabras.

La morena abrió la boca para disculparse, pero Luisita la detuvo con una risa rápida.

- Entonces deja de acercarte a nosotras sigilosamente - dijo yendo hacia él y entrelazando su brazo con el suyo - ¿Cómo está Devoción?

Siempre fuiste túUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum