Capítulo 15: Deseo

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- Entonces, ¿qué piensas hermana?

Amelia siguió a Nacho por el parking de tierra. El nuevo centro comercial se estaba construyendo en el lado suroeste de la ciudad, donde la mayoría de las nuevas subdivisiones se levantaban. Zaragoza se había ampliado una vez más y esta parecía ser la ubicación perfecta para su tienda.

- ¿Cuánto margen de maniobra tendríamos en el diseño? - preguntó.

- Toda esta sección en el lado norte no esta alquilada aún. Podríamos coger tanto como quisieramos - él le sonrió - Este podría ser nuestro almacén más grande. Podríamos coger cuatro o cinco unidades, así ampliamos el inventario.

Sus tres primeras tiendas, aunque no eran pequeñas, no eran lo suficientemente grandes como para ser comparadas con los grandes supermercados. Si alquilaban cinco secciones de este centro comercial, sería enorme en comparación con las otras.

- Esa es una inversión grande - dijo con cautela - Si sale mal...

- No va a salir mal. Hemos investigado, como siempre. Y si tenemos éxito, entonces pondremos un nuevo estándar.

Confiaba en su sentido de los negocios, siempre lo había hecho. Pero por lo general, él era mucho más práctico. Amelia, había querido hacer algo grande con su primera tienda y él le convenció de lo contrario, manteniéndolo en un rango que pudiesen permitirse. Había sido un patrón que había funcionado tres veces, hasta ahora. Esto, esto sería algo mucho más grande. No sólo en el inventario, sino también en lo que a la construcción se refería.

- ¿Y el banco? Este sería un préstamo más grande que el de antes.

- Ya lo tengo aprobado, hermanita.

Amelia lo miró, luego volvió la vista a la construcción paseando a su alrededor, sabiendo que seguiría sus instintos.

- Está bien - asintió con la cabeza - Otra tienda de productos alternativos de los hermanos Ledesma.

Nacho extendió la mano y se la estrecharon, como sellando un acuerdo de negocios. Lo cual, en cierto modo, lo era. Nacho manejaba la parte comercial de las cosas y el día a día de las tiendas. Amelia hacía el diseño de las tiendas y manejaba el inventario. Ambos estaban involucrados en la contratación de personal y cada uno tenía sus propias normas. Pagaban más que otras tiendas, pero exigían más. Eso era algo que había aprendido sus primeros días de trabajo en la tienda de ropa.

Mientras caminaban de vuelta a la camioneta, golpeteó su brazo.

-¿Qué pasa con María y los niños? ¿No se deciden?

- Cuando se acabe el cole, pasaran el verano aquí, para ver si a los niños les gusta. Si todo va bien, entonces haremos las matrículas.

- Vaya, ¿te mudas de verdad a Zaragoza?

- Mamá nos necesita - le recordó - Siento que me he perdido mucho pasando tanto tiempo en el ejercito. Te dejé a cargo de las cosas durante demasiado tiempo.

- No es como si por aquel entonces necesitará ayuda - dijo.

Sintió una punzada en culpabilidad en su pecho. También ella había estado alejada, pero por razones totalmente diferentes.

- ¿Qué hay de ti? ¿Ya has decidido lo que vas a hacer mientras arranca todo? ¿Quieres que vivamos juntos? ¿Que alquilemos algo?

- Creo que me iré a vivir con mamá. Cuando Maria y los niños vengan los fines de semana, bueno, necesitarás tu tiempo. Y será bueno estar cerca de ella para ayudarla con todo. Sé que le gustará tener compañía.

Siempre fuiste túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora