Capítulo 22: La verdad sale a la luz

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Cuando Luisita se atrevió a encender su móvil y vió los mensajes de su madre, se estremeció. Cuatro mensajes de ella, cada uno más fuerte que el anterior. El quinto mensaje era de su padre. Breve y al grano.

Estaban de camino a su casa.

Por eso, cuando Luisita se detuvo en la entrada de su casa y vió un mercedes negro aparcado allí, como una nube negra esperando estallar en cualquier momento sobre ella, supo que había llegado el momento.

Lo rodeó, apretando el botón del mando a distancia del garaje donde solía aparcar. El coche de Sebastián no estaba por allí. No estaba segura de poder hacer frente a los tres.

Respiró profundamente, luego hizo una pausa y tomó una respiración profunda antes de abrir la puerta. Las palabras de Amelia se hicieron eco en su mente, y casi esbozó una sonrisa.

"Diles a todos que se vayan a tomar por culo".

Siguió el sonido de las voces que venían de la oficina de Sebastián. Especialmente, la voz de su madre. Se detuvo ante la puerta, mirando la espalda de su madre mientras continuaba con su verborrea. Al parecer, el divorcio desbarataría todo lo que habían construido todos estos años. Su padre estaba sentado en el escritorio, sus manos sostenían un vaso lleno de whisky, asintiendo en los momentos adecuados. Por primera vez, se dió cuenta de la enorme experiencia que debía tener es todo esto.

Como si sintiera su presencia, su madre se dio la vuelta, su mirada penetrante haciendo que Luisita fuese incapaz de moverse del sitio.

Como siempre había pasado.

- ¿Dónde demonios has estado? - preguntó su madre.

- Ya te lo he dicho, había quedado para almorzar - su voz sonaba débil en sus propios oídos.

- Y yo te había dicho que queríamos hablar contigo.

Ante esto, la rubia entró en la habitación.

- Supongo que Sebastián te ha llamado - le dijo.

- Por supuesto que lo ha hecho. Sea lo que sea lo que tengas en mente sobre divorciarte - dijo su madre agitando las manos dramáticamente - Está totalmente fuera de cuestión. No voy a permitir...

- No es tu decisión. Es mía.

- No hay ninguna decisión aquí, hija. Te prohíbo que arruines el nombre... nuestro nombre... o el de Sebastián. No hay más de que hablar.

- Mamá, no soy feliz. Nunca he sido feliz en esta farsa de matrimonio. Nunca. Y no voy a seguir fingiendo lo contrario.

- Es tarde para eso. Tu matrimonio es lo que tu haces con él, pero sigue siendo tuyo. Las elecciones son dentro de dos años. No vamos a seguir discutiendo sobre esto.

Luisita se giró lentamente hacia su padre, quien todavía no había dicho ni una sola palabra. Reunió el poco valor que le quedaba encontrándose con su mirada.

- ¿Puedo hablar contigo? A solas.

Su madre se rió detrás de ella.

- Te aseguro que no hay nada que...

- Manuela - dijo su padre con severidad - Déjanos solos, ahora.

Mientras crecía, Luisita había tenido pocas interacciones con su madre. Su madre era la que dirigía la casa y el personal, y a ella. Supuso que también estaría a cargo de todas las cosas de los Gómez. Sin embargo, la mirada en el rostro de su madre al oír aquellas palabras, desmintió todo eso. Su padre demandó y ella inmediatamente lo asumió, yéndose de la habitación, cerrando la puerta silenciosamente detrás de ella.

Siempre fuiste túWhere stories live. Discover now