Capítulo final: Para siempre

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Amelia puso el último plato en el horno, empujándolos para conseguir que se ajustaran. Demasiada comida para siete personas, pero no había sido capaz de decidir que cocinar. Pidió la salsa de almejas que tanto le gustaba a la rubia, albóndigas para los niños, verduras a la salsa para ella, lasaña y pan de ajo para los demás.

Cerró la puerta del horno con la boca salivando.

- Huele bien hermanita- dijo Nacho observando las dos botellas de vino sobre la encimera - ¿Vino?

- Claro. ¿Por qué no?

Él cogió una de las botellas, dándole la vuelta en su mano.

- ¿Hay algo que celebrar?

- Puede.

Bajó la botella.

- Te ves feliz.

Amelia sonrió.

- Gracias... lo estoy.

- Igual que Luisita. Es obvio lo que sentís la una por la otra - dijo él - Me alegro de que lo hayáis solucionado.

La morena levantó una ceja con escepticismo.

- ¿Cómo sabías que teníamos algo que solucionar?

- ¿Crees que no sé por qué evitabas venir a Zaragoza? - bajó su voz - Por cierto, los niños también lo saben, no necesitáis seguir fingiendo que sois amigas - dijo con una sonrisa.

- Bueno, me alegra saber que mi vida personal está al descubierto - dijo, tratando de no sentirse demasiado avergonzada. Después de todo, María y los niños habían estado allí el día anterior cuando se coló a por un par de cosas.

Nacho se apoyó en la encimera, con los brazos cruzados sobre su pecho.

- ¿Qué querías decirme de mamá?

La morena miró hacia otra habitación, justo en la que la rubia y María estaban hablando mientras jugaban a juegos de mesa con los niños. Tal vez debería de comentarle a su hermano su plan antes de lanzar la noticia delante de todo el mundo.

- Luisita quiere que mamá y yo vivamos con ella - dijo - Así mientras nos ocupamos de la tienda ella puede encargarse de todo, cuidarla, sobre todo después de la operación. Los dos sabemos que estaremos muy ocupados con todo - lo miro inquisitivamente - ¿Qué piensas?

- ¿Estás segura? Vosotras acabáis de empezar... tener a una persona por el medio de una relación podría...

- Sí. Me encantaría tener a Luisita solo para mí e ir desnuda detrás de ella por toda la casa - dijo con una sonrisa - Pero eso no es una opción ahora mismo. Mamá no puede vivir contigo, ya tienes la casa demasiado llena.

- Ya hablamos lo de la residencia - dijo él - Tienes razón, no creo que sea el momento para eso. Cuando se haya recuperado, tal vez pueda seguir haciendo su vida normal - miró hacia la otra habitación - Además, ya me dijo Luisita que eso no era una opción para ella.

- Está más unida a ella que a su propia madre.

- Supongo que no le habrás dicho nada a mamá todavía.

- Efectivamente. He pensado en comentarlo hoy. En familia.

- Ya sabes lo que te va a decir - sonrió Nacho.

- Sí, que va a interponerse en nuestra relación y que no quiere ser una carga para nadie porque es perfectamente capaz de vivir sola - dijo Amelia.

- Sabes, si no se hubiese desmayado, seguiría viviendo sola.

- Pero lo hizo - le recordó - Y después de la operación va a necesitar mucha ayuda. Y es octubre. Cuando tenga listo el inventario y empecemos con las contrataciones, ¿qué vamos a hacer? - se encogió de hombros - Podríamos contratar a alguien, pero, ¿para qué? Luisi se ha ofrecido, quiere cuidar de ella.

Siempre fuiste túWhere stories live. Discover now