Capítulo 26: Feliz cumpleaños

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Luisita se echó a reír cuando apagó todas las velas menos una en su intento de apagar las treinta y ocho.

- Jolín, eso es mala suerte - dijo.

Samuel se abalanzó y apagó la última de ellas, sonriendo como si fuera su cumpleaños.

- ¿De chocolate? - Luisita se giró hacia Devoción con las cejas levantadas.

- Lo sé, lo sé. Es la favorita de Sam, pero cuando tú y Amelia erais pequeñas, creo que esta era la que más me hacía hacer todos los años.

La sonrisa de la rubia vaciló un poco ante la mención de la morena. Tenía la esperanza de que este año, Amelia pudiese felicitarla, o por lo menos recordarlo, pero no había sabido nada de ella durante toda la semana. Devoción pensaba que iba a volver a casa al día siguiente. Y ahora, igual que otros años, sentía esa tristeza abrumándola de nuevo. Dolor, sentía dolor en su pecho. Intentó alejarlo, pero los ojos de Devoción se suavizaron y extendió una mano para apretar la suya.

- Quiero esta esquina - dijo el pequeño, ajeno al estado de ánimo de su madre.

Luisita apretó la mano de Devoción en respuesta y luego cogió el cuchillo.

- Aquí tienes - dijo mientras cortaba cuidadosamente un pedazo grande.

Devoción y ella cogieron pedazos mucho más pequeños. Estaba tan buena como siempre.

Samuel terminó su trozo en tres grandes bocados luego cogió el portátil con la que siempre estaba en el sofá.

- Creo.. que utiliza esa cosa para dormir - susurró la rubia.

- Está emocionado - dijo la señora - Mucho más que cuando tenía que ir a la otra universidad.

- Sí, creo que será bueno para él.

- ¿Y tú qué? El solo estará aquí hasta la semana que viene, ¿estarás bien tu sola por aquí?

- Estaré bien. Me encanta. Tendré que comprar más muebles, eso me ayudará a mantener mi cabeza ocupada. Me encanta ir de compras. Sobre todo a por ropa - se acercó más a la otra mujer - Ha sido genial no tener a mi madre atosigándome todo el tiempo.

Devoción se rió en voz baja.

- Bueno, por favor, no le digas que te he ayudado a escoger tu cama.

- Da igual, no le parecerá bien igualmente.

Permanecieron en silencia un momento más y Luisita sintió como la mirada de la madre de Amelia quemaba sobre su piel. Levantó la vista, sintiéndose un poco triste de nuevo.

- ¿Te ha llamado mi hija?

Luisita negó con la cabeza.

- No sé porque una parte de mí esperaba que lo hiciese. No es como si lo hubiera hecho estos últimos años... - cogió su taza de café y volvió a bajarla, sabiendo que seguía tan frío como antes - A pesar de que nos hemos acercado otra vez... siento como si siguiéramos evitándonos la una a la otra.

Devoción asintió con la cabeza.

- Sí, es lo que suele hacer la gente cuando tiene miedo de acercarse demasiado.

Luisita quería compartir algunas cosas con Devoción, pero no estaba segura de lo apropiado que sería hacerlo teniendo en cuenta quien era su hija. Por otra parte, además de Amelia, Devoción era su amiga más cercana, a pesar de la gran diferencia de edad. Echó un vistazo por encima del hombro, asegurándose de que Samuel siguiera absorto en la pantalla.

- Esos viejos sentimientos... siguen ahí - dijo en voz baja - Me asusta. Creo que a ella también.

Devoción se acercó más, su voz tan baja como la suya.

Siempre fuiste túWhere stories live. Discover now