- Ha sido bueno veros a Luisita y a ti juntas otra vez - dijo su madre mientras limpiaban la cocina.
- Antes érais muy cercanas.
- Mamá, por favor. Ya te lo dije, es complicado.
Su madre asintió con la cabeza.
- Sí. Porqué está casada. Lo sé.
Amelia se detuvo en seco.
- ¿Qué quieres decir?
- Amelia, no soy tonta.
La morena fingió ignorancia.
- No sé de qué me estás hablando.
- Has estado enamorada de ella desde que erais pequeñas - declaró su madre sin morderse la lengua.
Amelia tuvo un momento de pánico. Después de todos estos años. ¿De verdad iban a tener esa conversación? Dios, tenía treinta y ocho años. ¿Era necesario? Bueno, no quería ser parte de eso. Se giró para salir de la cocina, pero su madre no estaba dispuesta a tirar la toalla en aquel momento.
- ¿Amelia?
Se detuvo dándole la espalda a su madre.
- ¿Qué? - suspiró.
- ¿No crees que ya va siendo hora de que me lo digas?
Amelia tragó nerviosamente.
- ¿Decirte qué?
- Que te gustan las chicas.
La morena dejó caer la barbilla hacia su pecho con un gemido silencioso. Oh, Dios mio, pensó. Negó lentamente.
- Hemos estado mucho tiempo sin hablar de ello - dijo - No sé que necesidad hay de sacar este tema ahora.
- ¿Por qué nunca has hablado conmigo de ello?
Amelia se dio la vuelta.
- ¿Cuánto tiempo hace que lo sabes?
Su madre sonrió.
- Siempre. El hecho de que nunca salieras con nadie, nunca hablabas de chicos... era una pista. Siempre fuiste muy callada con respecto a eso. Pero Luisita y tú...
- Luisita no es lesbiana - dijo rápidamente.
Su madre inclinó la cabeza y sonrió.
- Os he visto desde que teníais diez años, hija.
- Mira, no quiero hablar de esto - hizo un amago de largarse de allí.
- Cariño, ¿no crees que una madre sabe cuando su hija se está enamorando?
- Oh, por Dios - murmuró sintiendo que su rostro se ponía rojo - No quiero volver a hablar de esto con nadie.
- Es una parte muy importante de tu vida... ¿por qué no quieres compartirla conmigo?
Amelia se encogió de hombros.
- ¿Por qué nunca me lo preguntaste?
- Pensaba que me lo dirías cuando estuvieras lista. Pero yo seguía haciéndome mayor, tu seguías creciendo. Estuvimos evitando el tema, eso es lo que hacíamos, supongo.
- Entonces, tal vez deberíamos de seguir con eso - sugirió.
- No voy a estar en este mundo para siempre - dijo su madre - Quiero saber que eres feliz.
- Soy feliz, mamá - respondió ella.
- No, no lo eres. Y tampoco lo es Luisita.
- Mamá, Luisita está casada. Nada va a cambiar eso.
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Siempre fuiste tú
FanfictionLuisa Gómez, hija de unos padres adinerados demasiado obsesionados con el que dirán, conoce a los nueve años a Amelia Ledesma, hija de la encargada del servicio doméstico. Pese a su gran y rápida amistad, ambas siempre han sabido cual era su papel e...