Capítulo 12: Marcharse

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-¿Embarazada? No perdieron el tiempo... - dijo Marina.

- Estoy segura de que fue parte de la vida que le había organizado su madre desde el principio - dijo Amelia, con su tono amargo.

Miro a Ana, esperando oír alguna crítica.

- Supongo que Luisita nunca ha tenido que trabajar - dijo la psicóloga - Qué desperdicio.

Amelia asintió.

- Las Gómez no trabajan.

Se aclaró la garganta levantándose el sitio.

· Debería irme. Es tarde.

- Oh, no. No te vayas aún - protestó Marina - No puedes irte sin acabar la historia.

- No queda mucho más por contar. Sólo la he visto un par de veces desde entonces.

- ¿Qué tal más café? Es descafeinado - dijo Marina moviendo las cejas.

Amelia asintió riendo.

- Vale - alargó las vocales - Uno más.

- ¿Cómo te las arreglaste para evitarla todos estos años? - preguntó la gallega - Quiero decir, cada vez que ibas a Zaragoza.

- Pasaron cinco años antes de que mi madre cayera enferma. Antes, cuando iba de visita no decía nada. Sólo aparecía por allí y ya. Pasaba una noche con ella y me iba a la mañana siguiente. Nunca vi a Luisita - dijo- Cuando le diagnosticaron el cáncer, Nacho ya se había retirado de las fuerzas armadas y abrimos nuestra primera tienda unos seis meses antes. Nos íbamos turnando entonces para estar con ella, llevarla al médico y esas cosas.

Marina le dió la taza.

- ¿Y no hablaste con Luisita en todo ese tiempo?

- No. Pude sacarla de mi mente. Salía. Tenía amigos. Era cuando volvía allí que volvía a adquirir protagonismo en mi mente.

- ¿Pero volviste a verla?

- Sí. Tenía veintiocho años.

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Flashback

-¿Estás cómoda? - preguntó Amelia mientras ahuecaba las almohadas debajo de las piernas de su madre.

- Deja de ser tan dramática - dijo su madre - Estoy bien.

Amelia se sentó en la silla junto a la cama de su madre, con la preocupación tatuada en su rostro. Intentó ocultarlo, pero su madre le sonrió tranquilizadoramente.

- No me voy a morir todavía, hija. Deja de estar tan asustada.

- Nunca antes habías estado enferma - dijo.

- El cáncer da miedo, ¿eh? Pero los médicos parecen pensar que podremos manejarlo. Tengo fe en ellos.

Amelia dejó escapar un suspiro.

- ¿Has vuelto a pensar en ello?

- ¿En retirarme? Sí.

- ¿Y?

- Y Nacho y tu tenéis razón. Es el momento. Pero, ¿a dónde iría? Tenías diez años cuando nos mudamos aquí. Sé que no es mucho, pero ha sido nuestra casa estos últimos dieciocho años.

- Lo sé, mamá. Te encontraremos una casa. Algo que tenga buena luz, que esté ventilado, con algún patio pequeño - miro a su alrededor - Siempre me sentí como en un calabozo aquí metida.

Siempre fuiste túTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon