Capítulo 21: Líneas difusas

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Amelia se puso el caso que Nacho le tendió y lo siguió dentro de su pronto futura tienda de alimentos naturales. Aún echa polvo como estaba, seguía siendo increíblemente enorme.

- Por Dios, Nacho, ¿qué coño vamos a poner aquí?

Él se rió y pasó su brazo alrededor de su hombro.

- Eso, hermana, es tu trabajo. Pero me gusta la idea del espacio para comidas.

Caminó más adentro y giró la libreta. Sacó los diferentes esquemas con los que había estado trabajando, intentando visualizar dónde iría todo.

- Me gustan todas estas ventanas - dijo - Dará la sensación de que hay más espacio.

- ¿Estás segura? Porque ya nos han dicho que pueden poner otra cosa si queremos.

- No, esto está mejor. Además, a lo mejor podemos poner algunas plantas por aquí - lo miró - ¿Y los contratistas?

- Todo arreglado - dijo - Están a la espera de los planos y los diagramas, por lo que podemos quedar con ellos y hacer una estimación del tiempo que les costara todo.

- ¿Son tres, no?

- En realidad, cuatro, todavía hay una oferta en el aire.

Caminó hacia la pared del fondo, viendo las neveras y la sección de alimentos congelados que irían allí.

Se dió la vuelta.

- Ya he pensado todo lo que podemos poner en estos pasillos - se giró en círculo - Pero en paralelo ¿a lo mejor? Quiero decir, es muy grande, incluso podríamos utilizar el centro para algo más - volvió a mirar a su hermano con las cejas levantadas - Sólo para utilizar el espacio.

- Mira, siempre lo has diseñado todo. Nunca ha habido ningún problema. Así que, haz lo que quieras - él miró a su alrededor y su voz resonó por el gran espacio vacío - Pero una cosa te digo, cuanto más esperemos...

- Lo sé, lo sé - dijo ella, estudiando los esquemas de nuevo, deseando tener otro par de ojos. Se mordió el labio inferior. Siempre podría ir a pedirle consejo a Luisita. Ver lo que pensaba. Tal vez la llamaría. Sólo para ver si quería almorzar con ellos - Esta bien, venga. Déjame hacer unos cambios y en uno o dos días te digo algo.

- Hecho - dijo su hermano - Voy a comentárselo a los contratistas.

Mientras volvían a la camioneta de Nacho, Amelia habló.

- Mamá dice que te escuchó hablando con los de la inmobiliaria, ¿Vas a comprarte una casa? Pensaba que querías vivir de alquiler.

Nacho rió.

- Me escuchó, ¿eh? Bueno, no queríamos decir nada, pero María cree que deberíamos hacerlo ahora que están a tan buen precio.

- Pensaba que queríais esperar hasta después del verano, para ver como les iba a los niños y eso - dijo ella.

- Y así era. Pero lo hemos pensado mejor, son pequeños todavía como para tener muchos problemas a los cambios. Cristina va a empezar infantil, y a Raúl, bueno, no podía importarle menos.

- Es genial. Mamá se alegrará un montón.

Él la miró.

- ¿Y tú? ¿Tienes pensado comprar algo?

Negó con la cabeza.

- Aunque estoy bastante apretada en casa de mamá, creo que me conformaré con lo que tengo.

- Siempre podemos vender esa casa - dijo su hermano - Y comprar otra más grande para las dos.

- ¿Estás intentando convencerme para que me quede en Zaragoza? - preguntó con una sonrisa.

Siempre fuiste túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora