Capitulo XIII

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Asher

Las dos ingresan al auto, además de los guardaespaldas. Automáticamente evito mirar a la personita de mi lado izquierdo durante todo el camino, hoy no puedo verla.

A mi ya me gustaba desde antes, eso no puedo negarlo. Con ella era muy diferente que con otras chicas, y aun cuando trataba de sacarla de mi cabeza, no podía. Ella es la única capaz de sacar a ese Asher que nadie más que ella conoce.

Razón por la cual desde el viernes, mi situación empeoró notablemente. Jamás creí tenerla tan cerca, poder tocarla y sentir su aroma en mi ropa. No soy idiota, se que estaba actuando, pero se sintió tan jodidamente bien..

Si me gustaba, ahora estoy loco por ella.

Y su ropa del día de hoy no me ayuda en nada, no puedo verla sin tener una puta erección, cosa que no me conviene, porque si uno de mis hermanos se da cuenta, no me voy a librar de sus estúpidas burlas.

Peor si vienen de Vanessa o Javier.

Nadie dice casi nada importante en el camino, solo bromean y pelean. Lo típico.

Al llegar a la casa, bajo del auto rápidamente y me voy hacia mi habitación, necesito hacer una llamada, marco el numero que necesito y espero tres timbrazos a que el imbécil conteste.

Cambar —contesta la voz ronca de este pendejo.

— Terán —Thomas Terán, el presidente de los Estados Unidos de América, otro político corrupto más a la lista. Es el primer hombre de 28 años en llegar a ser presidente.

¿Qué quieres? Estoy a punto de entrar a una junta, por lo que me encuentras ocupa

Lo interrumpo—. Pues cancelas o llegas tarde a tu junta, me vale mierda lo que hagas.

¿Qué quieres? —pregunta mas molesto, como si él me estuviera haciendo un puto favor al contestarme. Es increíble cómo las personas con un puesto alto, se creen superiores a su jefe.

— Rodrigo Escalada Larsson, lo quiero fuera —respondo fríamente.

— Ya te dije que yo no puedo hacer eso.

— Eres el puto presidente de la republica, ¿y te queda grande cambiar al secretario de seguridad? No me jodas.

¿Y tu crees que yo lo soporto? Tiene una forma de ser tan insoportable, con aires de santo y juzgando a todo el que se le atraviesa, le vale madres si al que juzga es al presidente de la república, con mi titulo se la jala el cabrón —se queja.

— Pues ya está, solucionado. Sácalo.

Tiene que durar como mínimo 4 meses en ese cargo para que yo pueda sacarlo, pero en cuanto los cumpla, lo mando a la mierda —resopla—. Fue una estupidez de mi parte ascender a ese imbécil a ese puesto.

— Pensamos igual —contesto tajante.

¡No! A mi no me hagas ver como el imbécil, no tenía opción, mi gobierno se estaba yendo a la mierda por esa bola de periodistas y necesitaba a alguien que la prensa amara, o sea Rodrigo.

— Si se te hubiese ocurrido avisarme, yo te habría ayudado.

¡A tu manera! ¡No podía permitir que asesinaran a tanta gente! —se queja como niña pequeña, que cansancio joder—. Además, yo a ti no te tengo que avisar una mierda, yo soy el presidente de la república de los Estados Unidos de América.

— Y yo quien te puso en ese puesto, así que antes de mover un puto pelo, me avisas.

¿Ustedes tienen a Luis? —pregunta preocupado.

Un dulce peligroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora