Capitulo XXXVII

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El sonido de la cámara de Clara se vuelve repetitivo mientras caminamos por las calles de Monterrey, México—. ¿Pará qué tomas tantas fotos? —pregunto divertida con las manos dentro de los bolsillos.

Rojo, la mano derecha de Rabioso nos sigue por detrás con otros cuatro escoltas vestidos de civiles—. Megan me ha pedido muchas fotos para su álbum de países —asegura ella fotografiando a las personas.

— ¿Megan tiene un álbum de fotos? —pregunto confusa.

— Sí, con fotos de todos los países del mundo.. Le falta México, pero claramente nunca vendrá —murmura Clara cuando subimos a la camioneta que nos llevará a la hacienda que le pertenecía a mi padre.

Hacienda que ahora está a nombre de mi abuela.

Hemos viajado las dos solas, Asher y Emiliana han insistido en venir pero claramente esto es algo que es mucho mejor vivirlo en privado, así que nos han enviado con Rojo.

Es el aniversario de la muerte de mi padre, todos los años viajamos sin pretexto alguno, al menos por un día que tenga un par de flores en su tumba, ya que normalmente se la pasa abandonada.

Y para llevarlo más placentero, tratamos de pasar tiempo juntas aquí en México, haciendo las cosas que nos gustaba hacer cuando él estaba vivo.

Es como una forma de recordarle sin que duela tanto.

Aunque Clara viaja mucho más seguido que yo, normalmente lo hace en días festivos como navidad, año nuevo, su cumpleaños, el cumpleaños de mi padre..

Comenzamos a entrar en terreno de mi familia, y el dolor en el pecho se hace presente al ver la otra hacienda.

Al lado de la hacienda de mi padre, se encuentra la hacienda de mi abuela, quien aún vive y se mantiene muy bien para la edad que tiene.

Pero visitarla es imposible, es una mujer tosca, orgullosa y con aires de superioridad que no me apetecen en este momento. Aunque para ella lo más importante es la familia, dejó de insistir en vernos y en pelear nuestra custodia al ver que preferíamos estar con Melissa. Probablemente nos odie por eso, no lo sé, no hemos vuelto a hablar.

— No entren, si lo hacen llamarían la atención de Selene —le ordeno a los escoltas bajando del auto justo en la entrada de la hacienda de mi padre. Selene es mi abuela—. Pueden tomarse el día libre.. No sé, conozcan algún lugar turístico de por aquí —propongo y asienten todos.

— Como ordene señorita —me despido de ellos para alejarme y comenzar nuestra larga caminata.

— Haberles dicho que nos dejarán más cerca —se queja Clara cuando las puertas son abiertas para nosotras, entrando al gran terreno.

— No seas aburrida, caminar es muy divertido —bromeo. El que el camino sea de piedras, hace más complicado el caminar con botas de tacón.

Lo bonito es que todo está muy bien cuidado, casi como cuando lo dejamos. La abuela se ha encargado de preservar este lugar correctamente. Los árboles grandes y frondosos, las flores recién regadas, floreciendo muy llamativas, y las fuentes regando agua limpia. El viento y olor campestre no tarda en llegar a mi.

No hay nada que no esté bien cuidado aquí, de ver a mi abuela, se merecería una felicitación de mi parte.

Esta hacienda ya habría sido vendida de no ser porque el mausoleo familiar fue construido aquí. Aquí se encuentran las tumbas de mi abuelo, de mi padre, de algunas tías.. Todos. Y si falleciera quisiera que también me enterraran aquí, con mi familia.

El escolta favorito de mi padre nos recibe en la entrada de la mansión—. Señoritas, es un placer volver a verles —saluda.

Se nota que los años han pasado por él, haciéndolo lucir mucho más mayor, pero eso no impide el que se vea en forma, le calculo la edad que tendría mi abuelo.

Un dulce peligroWhere stories live. Discover now